Gracias, papá por los recuerdos, el tiempo y estas lecciones que hoy me definen
Estilo de vida

Gracias, papá por los recuerdos, el tiempo y estas lecciones que hoy me definen

*Gracias, papá porque estas lecciones me acompañan aún cuando tú no lo haces*

El tiempo ha hecho que ‘papá’ sea una palabra que con menor frecuencia baile en mi boca, pero nunca sale de mi mente. ‘Papá’ ha dejado de ser un sonido recurrente en mis conversaciones y se ha convertido en un puñado de acciones rutinarias que me definen. Somos tan diferentes y tan parecidos que hasta el día de hoy he comprendido lo mucho que le aprendí.

Las lecciones de mi papá

‘Papá’ era un tipo serio que me enseñó el valor del deber, del cumplir y de hacer las cosas solamente de la manera correcta. Nunca negociaba con segundas opciones porque la moral era la única, le molestaba la impuntualidad, las esperas, las filas y la lentitud en demasía.

Esto claramente tuvo que ver con que aprendiera sobre el respeto al tiempo ajeno, a comenzar el día con una taza de café, a leer el periódico los domingos, a ceder el paso al peatón y a nunca ser esa persona que se tarda en un cajero.

De él aprendí (sin saber) que el aferrarme al manubrio de la bicicleta no iba a evitar caerme o maniobrar con mayor destreza: agarrarme con más fuerza de cualquier persona o cosa no iba a cambiar el hecho de que inevitablemente nos vamos a estampar contra pavimento caliente y de eso no queda más que levantarse.

Aprendí que el trabajo solo debe cumplirse dando un 200%, pero que cuando es momento de vivir, el tiempo vuela mucho como para no abrazar cualquier atardecer, valorar los asientos de avión con ventanilla y la riqueza detrás de un pequeño gesto como un sandwich bien tostado.

‘Papá’ también fue el encargado de inculcarme la decisión, la valentía y el deber en todas sus expresiones, en tomarle la seriedad (en el mismo grado) a la selección de vocablos con los que me expreso como la coherencia con la que mis acciones cumplen las promesas que alguna vez regalé.

‘Papá’ se ausentaba de mis días por trabajo así como yo ahora lo hago, pero me enseñó a querer de la misma manera a los que están cerca como a los que están lejos, tal vez por eso tengo la habilidad de mantener amistades tan especiales al rededor de los sitios que visito puede ser a unas cuadras de mi casa o hasta Costa Brava.

No sería yo sin un tinte de su humor, chistes inoportunos y la manía de tomarme en serio la palabra de otros como hago con la mía. Mi amor por los viajes, los cielos, los aeropuertos, el tequila, Barry White y las películas basadas en hechos reales también se lo debo a él.

Me enseñó a no creer en mis profesores de Historia, a desconfiar de las ofertas demasiado buenas, de los desconocidos que se cruzan, a no hablar con extraños de cosas personales (aunque esta siempre la rompo) y a poner mis pensamientos en orden antes de tomar una decisión.

¿Más lecciones? Le debo lo poco que sé de la Fórmula 1, el SuperBowl, las reglas de manejo, las normas de aduana pero también lo mucho que sé de ética laboral, carácter y de justicia. Gracias. papá por estar y dejar de hacerlo, por las llamadas, los recuerdos y las lecciones que hoy me definen.

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