*Antes de probar una dieta gluten-free acude con un experto que evalúe si es en realidad lo que necesitas*
A veces nuestro cuerpo nos da señales (a manera de síntomas) de que algo no está bien, puede ser por nuestra alimentación, como reacción a algún medicamento o alimento o como respuesta al estrés.
Claro, a lo mejor un poco de pizza o tu pan favorito con un cafecito te causaron cierta hinchazón pero si se convierte en un problema constante, entonces podría ser el momento de reevaluar si una dieta gluten-free podría hacer la diferencia.
Inflamarse no es el único síntoma que tu cuerpo puede experimentar, los pacientes con enfermedad celíaca también padecen diarrea, estreñimiento, dolor abdominal, fatiga, cansancio, confusión mental, ansiedad, anemia y hasta pérdida de peso inexplicable.
Primero lo primero, de acuerdo con un artículo publicado en Healthline, la enfermedad celíaca es un trastorno autoinmune en el que su sistema inmunológico responde de manera anormal al gluten. El gluten está presente en el trigo, la cebada y el centeno. Si tiene enfermedad celíaca, comer gluten hará que su sistema inmunológico destruya sus vellosidades. Estas son las partes del intestino delgado en forma de dedos que son responsables de absorber los nutrientes.
Además de los síntomas que mencionamos antes, algunas personas también experimentan: dolores de cabeza, úlceras bucales, infertilidad o abortos espontáneos frecuentes, períodos menstruales perdidos o muy irregulares, hormigueo en manos y pies.
Al acudir a un especialista se determinará si sufre esta reacción alérgica al gluten y lo más seguro es que de inmediato tengas que cambiar tu alimentación bajo una dieta gluten free que será libre de trigo, cebada, centeno, triticale, y harina entre otros. Lo que hará que te despidas de panes, tortillas de harina, bagels e incluso ciertas salsas de soya, cremas y aderezos de ensaladas.
Importante: Una dieta gluten-free no es una dieta para adelgazar, o por el hecho de comer productos de esta dieta es que son más saludables.
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