Justo cuando creíamos que el naked dress ya tenía su lugar asegurado en la historia de la alfombra roja, llega Cannes y nos lanza un balde de agua fría con un nuevo código de vestimenta que, básicamente, dice: cero pezones, cero transparencias, cero drama.

Sí, leíste bien. Este año, el glamour en la Costa Azul viene con restricciones. El festival actualizó sus lineamientos para dejar claro que, por “razones de decencia”, queda prohibida la desnudez tanto en la alfombra roja como en cualquier otra área del festival. O sea: adiós a las gasas sheer y encajes apenas forrados que tanto amamos ver desfilar. Bella Hadid, si nos estás leyendo: we are here for you.
¿Cuándo se volvió un problema la transparencia?
Francia es el país donde ir topless a la playa no escandaliza a nadie, donde las editoriales de moda llevan diciendo free the nipple toda la vida, y donde la libertad corporal ha sido parte de su ADN cultural desde siempre. Pero aparentemente, esa libertad no aplica cuando hay fotógrafos en la alfombra roja y cámaras grabando en HD.
La nueva regla del Festival de Cannes prohíbe explícitamente la desnudez, algo que por años se interpretó de manera laxa con vestidos que “enseñaban sin enseñar”. Pero este año el tono es otro. No más transparencias evidentes, no más cuerpos cubiertos por un see through tul. Solo looks aprobados por una especie de comité invisible que decide qué entra dentro de lo “decente”.
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Y es justo ahí donde empezamos a levantar la ceja. Porque, ¿quién define lo que es o no es apropiado? ¿Lo decide la tela, el diseño, el cuerpo que lo porta? ¿Se mide en centímetros de tela o en escándalo potencial? Hay algo incómodo en ver cómo una tendencia tan poderosa y simbólica como el naked dress (que ha sido usado por actrices, modelos y artistas como un statement de seguridad, sensualidad y control) se trata de censurar bajo la bandera de la decencia.
¿Censura en Cannes?
No es la primera vez que Cannes intenta poner orden en la moda de sus invitadas. En 2015, el escándalo fue por los zapatos planos: varias mujeres fueron rechazadas por no llevar tacones. Jennifer Lawrence apareció en flip flops el año siguiente como respuesta. Kristen Stewart ha caminado descalza. Julia Roberts se quitó los tacones en plena alfombra. Cannes quiere protocolo, pero las estrellas quieren libertad.
Entonces, ¿será que ahora viviremos una nueva era de rebeldía fashionista? ¿Veremos cuerpos tapados “técnicamente”, pero con una clara intención de retar las reglas? Tal vez. Porque si algo nos ha enseñado la moda es que las reglas están para romperse… o al menos, para ser reinterpretadas con estilo.


Al final, lo que Cannes parece olvidar es que la alfombra roja también es un lugar donde se cuentan historias. Y muchas veces, esas historias se escriben en transparencias, telas al límite y elecciones arriesgadas. Vestirse con provocación también es un acto artístico. También es cine.
Así que sí, este año quizás veremos menos piel… pero con suerte, no menos actitud. Porque si la moda pierde su capacidad de incomodar, provocar y hacernos voltear, entonces ya no estamos hablando de estilo. Estamos hablando de uniforme.
Y nosotras no venimos al festival a ser discretas.
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