Cuando te encuentras en un restaurante lleno, un bar o un concierto y el ruido no te molesta o incluso te hace ser más energético, considerarte afortunado. De lo contrario podrías sufrir de sensibilidad al sonido, más común de lo que parece, aunque se manifiesta de manera diferente en cada persona. Si el sonido de masticar suena como uñas en un pizarrón entonces podrías tener misofonia. Para algunas personas la sensibilidad al sonido podría ser genética, para otros es el síntoma de que algo más grande está pasando.
Identificar tus niveles de estrés es el primer paso para identificar por qué sufres de sensibilidad al sonido. Piensa si algunos ruidos no te molestaban y ahora sí. Por otro lado, el estrés podría ser circunstancial. Es decir, que te sientes más presionado en algún lugar como en tu trabajo. Cuando la gente sufre de misofonia, hay reacciones extremas ante ciertos sonidos que las detonan, incluso si estos sonidos son muy suaves.
Además, las mujeres reportan niveles más altos de sensibilidad al sonido que los hombres, la audióloga Johnson cree que esto se debe a que las mujeres también tienen mayor nivel de estrés.
Si los sonidos fuertes te vuelven loca, es tiempo de considerar seriamente el tomar acción. Sobre todo incluir actividades en tu rutina que te ayuden a relajarte y bajar los niveles de estrés. Terapias basadas en la filosofía del mindfulness y la meditación podrían ayudar a tener un estilo de vida más sano. La constancia y realizar estas actividades con regularidad es lo que generará una solución más efectiva y duradera.
Encontrar tiempo en el que estés en silencio y paz ayudará a arreglar tu vida, de igual manera hay terapia de sonido en múltiples aplicaciones que proveen un estado firme y neutral con sonidos muy suaves.
Incorporar periodos de silencio en tu día a día debe ser una regla aplicada en todo momento incluso cuando sales de viaje. Si de pronto notas que la sensibilidad al sonido se agudiza en ciertas situaciones, encuentra un lugar callado en donde puedas lidiar con esto, procura que el enojo o la frustración no saquen lo peor en ti.
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