Comprar joyería no es un tema que tome a la ligera. Construir una colección de piezas que se vuelva parte de mi signature look se ha convertido en una Odisea constante por encontrar piezas que hablen por sí solas, y es que la joyería es de los pocos objetos de la moda que pueden guardar historias por una eternidad. Pero no fue hasta que di con la joyería de Simuero que la búsqueda terminó y es que no es tarea fácil lograr diseños estéticos que escondan un significado más allá de lo obvio, pero aquí lo logran a la perfección.
Si supieras que vas a morir mañana, ¿qué cambiarías hoy? Rocío y Jorge son lamente y manos detrás de cada una de las piezas escultóricas de Simuero, una marca de nombre muy particular que los extranjeros no entienden y los que hablan español encuentran un poco escandaloso. Hablar de la posibilidad de la muerte puede ser delicado para algunos pero aquí se toma como un punto de inflexión y motor que mueve el espíritu creativo de Rocío, Jorge y el resto de su equipo que se encargan de darle vida a mano a sus piezas, una a la vez.
El nombre surgió en medio de una conversación casual en la que reflexionaban sobre todo lo que harían en la vida si supieran cuál fuera su último día; y hoy, conociendo su historia, las piezas toman un significado mayor porque son un recordatorio constante de vivir la vida al máximo: “No estábamos contentos con el ritmo de vida que teníamos y empezamos a preguntarnos qué queremos hacer si no estuviéramos mañana en el mundo. La cuestión se convirtió en una excusa para aprender y probar todo lo que queríamos y así encontramos nuestro amor por la joyería”.
Aunque sus diseños ya me habían cautivado lo suficiente ( no puedo explicar el brillo del anillo Boya), no fue hasta que hablé con Rocio y conocí su historia que no me lo pude sacar de la cabeza un segundo. Obviamente di click en comprar. Si quieres uno de sus anillos, vas a tener que poner a prueba tu paciencia, ya que no cuentan con stock y se hacen al momento de pedirlos.
La artesanía es el acelerador y el freno de la marca, pero es justamente este valor intacto desde el día uno lo que los mantiene tan atractivos ante las generaciones más jóvenes; y es que todo se acomodó para que pudieran ser una marca sustentable de verdad. Además de trabajar bajo un esquema made-to-order haciendo cada pieza de manera artesanal, trabajan con orfebres locales que llevan esta tradición arraigada desde décadas atrás, le dan una segunda vida a cristales que estaban por ser desechados y envían sus piezas en empaques reciclables.
La comunidad se convirtió en uno de sus principales motores y aunque son un pequeño gru- po de diez personas (nueve mujeres y Jorge). Cuando se trata de crear pequeñas obras de arte, lo que más disfrutan del proceso es hacerlas juntos, marcando en los pliegues de las joyas los recuerdos y las risas del momento en el que las hicieron.
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