La vida está hecha de decisiones: caminos que se bifurcan, oportunidades que brillan en la distancia y retos que nos desafían a dar un salto al vacío. A veces, esas decisiones nos colocan frente a una pregunta incómoda, pero crucial: ¿te quedas donde otros esperan que estés o sigues el llamado de tu corazón?
Yo he estado ahí. Conozco esa sensación de “deber” y esa voz que insiste en que debes quedarte por lealtad o agradecimiento, porque alguien te abrió una puerta en el pasado. A veces, ese agradecimiento puede sentirse como una jaula. Puede estar hecha de oro, pero al final sigue siendo una jaula, y se nos olvida que también nosotras tenemos la llave para abrirla. Esa voz interna que te dice “no te vayas, le debes tanto”, pero también te susurra: “¿Y tú qué? Es ahí donde surge la pregunta más importante: ¿Qué te debes a ti misma?
Es ahí donde entra el amor propio. Ese músculo que, aunque a veces está fuera de forma, nos sostiene cuando más lo necesitamos. El amor propio no es egoísmo, tampoco ingratitud. Es entender que nuestra lealtad más grande debe ser hacia nuestra felicidad y nuestros sueños. Es recordar que los lugares que ocupamos los ganamos con trabajo y dedicación.
Maca Carriedo nos dice cómo se eligió a sí misma
Sé que no es fácil. Decir “me elijo a mí” puede sentirse como un acto egoísta, especialmente en entornos donde se espera que siempre estés disponible, agradecida y dispuesta. Pero, ¿sabes qué? Cada vez que decides priorizarte, estás un paso más cerca de convertirte en la persona que siempre quisiste ser.
Seguir tus sueños no es solo perseguir una pasión; también implica soltar aquello que ya no te suma. Es confiar en el salto al vacío, en ese “sí” que te das a ti misma. Y sí, habrá quienes intenten detenerte. Quienes te digan que no estás lista, que estás siendo impulsiva o que deberías quedarte y conformarte. Pero nunca olvides esto: el agradecimiento no significa sometimiento.
Si hoy te encuentras en esa encrucijada, quiero decirte algo: ten valor. Lánzate. Porque las decisiones más difíciles son, casi siempre, las que más valen la pena. Tú eres tu proyecto más importante, y nadie más tiene derecho a escribir tu historia.
El camino no será siempre fácil ni claro, pero será tuyo. Y al final del día, elegirte a ti misma es el acto más grande y valiente de amor propio que puedes hacer.
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