Mi mamá tiene cáncer de mama. Esto es lo que he aprendido
Estilo de vida

Mi mamá tiene cáncer de mama. Esto es lo que he aprendido

Cuando supe que mi mamá tenía cáncer de mama, me afectó de dos maneras: como hija y como mujer.

“Me noté una bolita hace dos años, pero no pensé que fuera nada grave”, dice mi mamá y automáticamente me vienen a la cabeza todas las campañas en pro de la autoexploración para una detección temprana.

Como hija, mi deber es ser una compañía en esos días de quimio y en los días posteriores a esta, ayudar en todo lo que pueda, pues los efectos secundarios cambian cada sesión. En realidad muchas cosas cambian con cada sesión: el tiempo que debemos pasar en el hospital, la dieta que llevamos, las personas que vemos.

mi mamá tiene cáncer de mama

Qué decir y qué no decir cuando tu mamá (o alguien que quieres) tiene cáncer de mama

Una de las cosas más importantes que he aprendido como acompañante de alguien que padece cáncer de mama, es que muchos comentarios comunes cuando te topas con alguien con esta enfermedad solo hacen que la persona, que ya se siente mal, se la pase peor.  

Muchas veces no sabemos qué decir, esperamos ayudar o queremos empatizar con la persona, y terminamos contándole cómo “la mamá de la tía de no sé quién también tuvo cáncer, pero…”. Y la verdad es que las experiencias personales, sean positivas o negativas, son algo que se escucha a diario en las salas de espera de la quimioterapia. No son algo que el paciente quiera estar escuchando o que necesite.

También es común que se recomienden los remedios caseros o naturales. Como con con toda enfermedad, los remedios caseros o los productos milagro no sustituyen un suplemento o una medicina que el paciente pueda necesitar.

Como hija, la presencia del cáncer de mama en mi vida me ha hecho ver que un diagnóstico temprano facilita un tratamiento exitoso, pero también hace más difícil las actividades del día a día o la rutina de quien lo padece. Como mujer, me inquieta que las campañas en pro de la autoexploración no estén haciendo el ruido suficiente.

Al principio fue temer por mí, porque yo también fuera a desarrollarlo en un futuro pues aunque es un índice bajo, la Sociedad Americana contra el Cáncer (ACS) reconoció que cerca del 5 al 10% de los cánceres de mama y de ovario se consideran hereditarios. Pero no es solo por mí: es también por los miles de chicas que no se tocan por miedo o tabú o porque no saben cómo,  porque la visibilización de información relevante se la roban los listones, los anuncios o los productos rosas cada octubre.

Mi lección como mujer es esa, que tocarme es normal e importante, que puede ayudarme a detectar un cáncer en etapa temprana y que puede salvar mi vida.

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