Ana le pregunta a su mejor amiga Elena; – “Extraño mucho a Jorge, ¿Crees que sea bueno que le llame para ver cómo está?” Ana le contesta: – “Ese tipo es un desgraciado…. Pero si quieres llámale, yo te apoyo en lo que tú decidas”.
Este breve diálogo no es sólo de adolescentes, es frecuente escuchar a amigas, hermanas, hijas, amigas del trabajo, vecinas y personas de cualquier edad y nivel social comentando que extrañan a su “ex”, sea ex – novio, ex – esposo o ex- pareja y que quieren llamarle. Sin embargo esos “ex” a veces no fueron tan lindos con nosotras como para extrañarlos y mucho menos para llamarles.
El ser humano tiende a idealizar a la pareja y esto sucede porque cuando estamos enamoradas nuestro cerebro genera diversas sustancias químicas (feniletilamina que obliga al hipotálamo a segregar dopamina, entre muchas otras) que alteran algunas de nuestras funciones cerebrales e inhiben el razonamiento objetivo, lo cual nos impide percibir la realidad tal y como es. Pero es en este momento cuando quedan registrados en nuestra memoria todos los eventos agradables de la etapa del enamoramiento y al concluir la relación, generalmente recurrimos a esos buenos recuerdos y nuevamente perdemos la objetividad. Nuestro cerebro hace a un lado las memorias negativas o dolorosas que vivimos durante esa relación y nos aferramos a “restaurarla” en nuestra mente.
Eventualmente, la única persona que va a decidir si llamarle o no a tu “ex” eres tú, pero si decides hacerlo; antes hazte las siguientes preguntas:
¿Qué espero de él o ella al llamarle?
¿Existen posibilidades reales de alguna reconciliación?
¿Busco una reconciliación por soledad, dolor o celos?
¿Cuáles fueron los motivos por lo que terminó mi relación con él /ella?
¿Estoy dispuesta a tolerar el rechazo?
¿Cómo me sentiré si me ofende o si ya está con otra persona?
Las respuestas a estos cuestionamientos te acercarán nuevamente a la realidad de tu situación y posiblemente la tentación de llamarle desaparecerá; si no es así, al menos estarás más consciente de lo que puede suceder.
Cuando se termina una relación es importante permitirnos, como en cualquier pérdida, experimentar las etapas de duelo (según Elisabeth Kübler-Ross): 1) Negación, 2) Ira, 3) Negociación, 4) Depresión y 5) Aceptación (tema para tratar en próximos notas). No obstante, procesar el duelo no es tarea sencilla ya que influyen determinados factores que nos pueden estancar en alguna de las etapas y éstos son: la baja autoestima, la co-dependencia, el apego disfuncional, la culpa, la frustración, etc. De ahí la importancia de llevar un proceso terapéutico individual.
Ileana V. Sánchez G. / Psicóloga Celular: 55 46 14 60 41
Consultorio: 52948949
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