Ella es Charlotte Kingsnorth, la diseñadora de las sillas que te dejarán obsessed
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Ella es Charlotte Kingsnorth, la diseñadora de las sillas que te dejarán obsessed

“No hago las cosas para que sean bellas. Siento que ese es un nivel bastante superficial para mí”, nos confiesa Charlotte Kingsnorth al hablar de sus sillas de otro mundo que podrían hacerse pasar por una obra de arte, con texturas poco convencionales y formas distorsionadas.

Cookie monster, fuzzy hi!breed o spidery chair… con patas que están a punto de dar un paso en cualquier momento, texturas greñudas que cada vez que volteamos están despeinadas de manera diferente o superficies que parecen derretirse lentamente. Ahí, en ese espacio que llamamos “sala” o “cuarto”, entendemos que nuestra realidad también puede ser un sueño en vivo y en directo.

Lo que nos platicó Charlotte Kingsnorth sobre su exposición

A veces es sólo una especie de torcedura en la pierna o la sugerencia de una rodilla, y a veces es sólo mirar ese tipo de textura y mezclar diferentes materiales con movimiento para crear esta nueva bestia”, explica Charlotte Kingsnorth sobre su primera “solo exhibition” en la galería Objective (Nueva York): Animalistic Tenden-cies, como la epopeya de su trabajo habitado de objetos sobrenaturales.

“Supongo que la gente ya no sabe lo que es real porque hay tantas capas de una realidad falsa construida en nuestra sociedad, por lo que las cosas se vuelven borrosas y estoy muy interesada en ese tipo de espacio intermedio entre el mundo sintético y el natural”, explica la diseñadora que esculpe y cose a mano cuerpos biomórficos, profundamente interesada en la idea de la hiperrealidad del filósofo francés Jean Baudrillard: “Se trata más o menos de investigar esta fusión de nuestra comprensión de la realidad y luego que se difumina con lo artificial”.

Con sillones, mesas o vasijas antropomorfas, la inglesa elabora objetos llenos de personalidad que cuestionan la idea práctica que tenemos de las cosas materiales. Podría apostarte que si te digo “silla”, tu imagen mental estaría hecha de madera y cuatro patas rectas… “as you might have guessed”, también tenemos paradigmas inquebrantables de lo que debe y no debe ser con los instrumentos que creamos y usamos.

Por eso, desde que hizo su primera silla de cartón madera a los 15 años —para un proyecto que terminó en la oficina principal de la directora y supo “que nunca habría otra cosa que quisiera hacer” —, Charlotte ha construido la brújula de su pasión: “En mi trabajo cuestiono esta noción del arquetipo y de dónde ha venido este tipo de consenso acordado de la realidad y de lo que es la belleza y, de alguna manera, como una norma social que nos han enseñado”.

¿Y qué es la belleza realmente? “La belleza para mí tiene profundidad y, por lo tanto, si es sólo una capa decorativa, no me interesa en absoluto. Por eso me gusta hacer objetos que se conectan con una narrativa o tienen cierto trasfondo en el proceso y la forma en que se hacen. Hay una historia detrás de ellos y, a veces, eso toca lo grotesco y a veces, es hermoso. Pero estos objetos tienen que decir algo”.

En la actividad aleatoria como andar en bici camino a su estudio en Londres o, cuando simplemente no piensa demasiado en algo, es cuando las ideas fluyen y su subconsciente la llama: “Generalmente es cuando es-toy experimentando con materiales o jugando con el nuevo proceso y luego tengo este tipo de accidentes felices”.

Sin ninguna interrupción (al menos que sea un proceso repetitivo y suene su playlist de mezcla entre amapiano, garage y hip hop), descubre las criaturas que se esconden detrás de tejidos y colores para diseñarlos como si estuvieran en una metamorfosis hacia algo más… sí en un trozo de corteza de abedul hay una cebra.

Incluso, en sus piezas híbridas, cuando encuentra joyas en un mercado de pulgas o en eBay, estas deben de guardar “carácter y alma” y, hasta a veces, necesitan una pareja: “Me gusta la idea de reencarnarlas y devolverlas a la vida”. Así nace un par unido y envuelto en tapicería acolchada y aterciopelada para hacernos preguntas.

Y aunque Charlotte no se define como una diseñadora que estrictamente haga objetos para resolver proble-mas, la funcionalidad es parte de su statement como artista: “No todas las sillas son realmente para sentarse: tienes la silla de comedor y se usará mucho, y luego, puedes tener una que sea para un dormitorio que la gente sólo va a usar para descansar el abrigo. Estoy interesada en los diferentes usos de objetos similares”.

Toda materia que toca y distorsiona es la propuesta de que esto es sólo una fase hacia infinitas posibilidades, y mientras ella misma confiesa que aún no visualiza su propia metamorfosis como artista (porque la está vi-viendo), sabe que el momento más decisivo, lo mejor de su carrera, debe ser lo más reciente: 14 o 16 piezas por las que ha estado torciendo la cabeza los últimos meses para ver su imaginación en un cuarto lleno de muebles… perfectos para los humanos. ¿La característica más evidente? “Mmmm… no lo sé: peludos”.

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