El discurso que dio Britney Spears ante la corte el 23 de junio conmovió al mundo. Quizá no tenemos mucho en común con la princesa del pop, pero muchas mujeres hemos vivido violencia de género y violencia reproductiva, aunque quizá no sepamos nombrarla.
Porque sí, lo que contó Britney acerca de tener un método anticonceptivo implantado en su cuerpo contra su voluntad y no poder tener un bebé porque le impiden quitárselo: eso es violencia reproductiva.
También es violencia de género cómo la trató la prensa en 2008, después de sus problemas de salud mental, llamándola “mala madre”, “loca”, “fuera de control”. El estigma con los diagnósticos psiquiátricos ha disminuido desde entonces, pero no lo suficiente. También hay mujeres en México con discapacidad psicosocial que no pueden decidir sobre su sexualidad y otros aspectos de su vida.
Qué es la violencia reproductiva
Mujeres Vivas Mujeres Libres, una comunidad mexicana que visibiliza el derecho de las mujeres a la autonomía corporal, dice en un comunicado que la violencia reproductiva es aquella en la que “se limita o impide el derecho de las mujeres a información, orientación, atención integral y tratamiento durante el embarazo o pérdida, parto y lactancia; a decidir libre y responsablemente el número y espaciamiento de hijas e hijos; a ejercer su maternidad segura, y a elegir métodos anticonceptivos seguros”.
Cada vez que una mujer no puede decidir por ella misma si quiere usar anticonceptivos o no (y cuáles) o si quiere tener hijos o no: está viviendo violencia.
En México, además de que solo dos estados reconocen el derecho a terminar un embarazo no deseado, también diversos grupos minoritarios viven otras formas de violencia reproductiva.
Por ejemplo, se han estudiado casos de esterilización forzada, tanto en nuestro país como en toda América Latina, y las víctimas son sobre todo mujeres racializadas, quienes también viven violencia obstétrica cuando los servicios de salud les niegan una atención digna.
Y así como en Estados Unidos existe la tutela o conservatorship, la figura legal mediante la cual Jamie Spears decide sobre Britney, en México existe el estado de interdicción, que restringe la capacidad jurídica de personas con discapacidad.
Britney y la violencia de género
A veces toma un caso de muy alto nivel para que la sociedad se cuestione cosas que damos por sentado.
El que los tutores de Britney tengan control sobre si tiene o no bebés, si puede casarse o no y también si puede o no ver a sus dos hijos, dependiendo de que sea “buena” y “obediente” es un caso claro de violencia de género.
Al escuchar su participación en la Corte, no quedan dudas de que está en una situación injusta que debe terminar. Lo mismo pasa con las miles de mujeres en México y en el mundo que tampoco pueden decidir sobre sus cuerpos y sus vidas.
En el mismo sentido, tener un diagnóstico de una enfermedad mental no hace que una persona sea incapaz de trabajar, ser madre o participar activamente en la sociedad.
En un post de Instagram publicado el 25 de junio, Britney dijo que “tenía vergüenza de compartir lo que me pasaba” y que por eso la imagen que compartía en sus redes era distinta a la realidad.
Sabemos que, gracias a sus palabras, muchas personas sabrán que no hay vergüenza en alzar la voz.
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