María Hanneman tiene 15 años y es la pianista mexicana que está conquistando la industria a través de su música y de su amor por la comunidad. Es embajadora de la Fundación Sempiterno, que ayuda a niños que viven en pobreza extrema, ya que cree fielmente que todos debemos tener la oportunidad de luchar por nuestros sueños.
En entrevista para InStyle, nos cuenta sobre su corta pero exitosa carrera, además de cómo ha logrado vencer el miedo de estar en un escenario.
Quién es María Hanneman
INSTYLE: ¿Cómo empezó tu pasión por el piano y cómo empezaste a tocar?
MARÍA HANNEMAN: desde muy bebé me sentí atraída por la música y a los tres años me regalaron un piano de juguete y empezaba a sacar las canciones que bailábamos y cantábamos en la clase de música del kínder.
A los cuatro años, me llamaba más la atención el piano porque veía a mi maestra de música tocarlo y me gustaba mucho lo que hacía, entonces le pedí a mi mamá y a mi papá que me metieran a clases y lo hicieron con la maestra de la escuela.
IN: ¿Cómo ha sido para ti aprender a tocar piano?
MH: No es fácil hacerlo. Desde que empecé me ha costado trabajo, pero he estudiado mucho; además, he tomado los consejos que me han dado y que me sirven. Es complicado, pero la onda es ser constante y que también te guste lo que estás haciendo.
IN: ¿En algún momento pensaste tener el éxito que estás teniendo a tus 15 años?
MH: La verdad nunca pensé que fuera a pasar todo esto, ha sido una sorpresa y han pasado cosas muy emocionantes durante todo el año, pero nunca me lo esperé.
IN: ¿Qué es lo que más te gusta de todo lo que está ocurriendo ahora con tu carrera?
MH: Me gusta todo, me gusta que a veces cuando entro a concursos gano, y sé que algo estoy haciendo bien, y eso me gusta.
También que ya me están poniendo más atención algunas instituciones y personajes de la música, y que he tenido oportunidad de ir a tocar a varios lados en la pandemia.
IN: Has ganado varios concursos, ¿cuál ha sido el más difícil para ti? ¿Cómo vences el miedo?
MH: Uno que yo pensé que no iba a pasar a nada fue el Grand Prize Virtuoso de Salzburgo, creí que iba a ganar algo y que iba a ir a tocar en esa sede, no me lo esperaba.
Yo concurso desde los seis años, entonces la competencia sí está fuerte porque hay gente muy talentosa; en los concursos también se pone intenso el nivel por los demás chavos, y siempre ha sido difícil todo esto de los de concursos porque no siempre ganas, pero siento que lo importante no es ganar, sino ver cómo está tu nivel y en qué tienes que mejorar.
IN: ¿Cómo te quitas el miedo para presentarte ante el público?
MH: Me preparo estudiando mucho para que me vaya bien. También hay varios formatos, los presenciales son otra cosa, porque sientes la vibra de los jueces que te están calificando, y además te están viendo mientras tocas; y en online, mandas tu video y si te equivocas lo puedes repetir, entonces no es lo mismo.
Si voy a un concurso presencial, más o menos sé con quién voy a competir y cómo está el nivel; por el contrario, en online no sabes muy bien qué quieren los jueces o qué esperan de ti, entonces sí es muy raro y diferente.
IN: ¿A qué obstáculos te has enfrentado en la industria?
MH: Es todo un tema las mujeres en la música. En las orquestas hay muy pocas mujeres, sólo el 30% y la mayoría son hombres, y sí es complicado porque hay muchísimas mujeres muy talentosas que no tienen apoyo, y a nivel mundial ganan menos.
Y yo como niña y pianista me he enfrentado a que no me hagan caso, o a directores que no me pelan, que me dejan con la mano estirada, sí pasan muchas cosas, pero yo lo que intento es no hacerle caso y seguir con lo mío.
IN: ¿Qué le dirías a otras niñas para que no teman perseguir sus sueños?
MH: Primero que nada, que no tengan miedo, que sigan sus sueños, que nadie las obligue a nada que ellas no quieran hacer, que se avienten, que busquen apoyo de su familia, de sus amigos, del gobierno, de la comunidad, y que pueden hacer lo que quieran: ciencia, matemáticas, lo que sea… Que deben tener la piel muy gruesa, que no es fácil, que siempre va a haber obstáculos, pero que no se rindan.
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