Flaviana Matata nos confiesa cómo los retos de supermodelo la empujan a ser activista
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Flaviana Matata nos confiesa cómo los retos de supermodelo la empujan a ser activista

A diferencia de la mayoría, la supermodelo de Tanzania Flaviana Matata no comenzó su carrera de modelaje a los 16 años, “ya era adulta, así que sabía lo que quería y pensé: ‘está bien si no soy para todos’. En esa etapa supe que debo ser más que una simple modelo”. 

Y es que sabemos que el mundo de la moda puede ser la pantalla más superficial, pero para ella también es el trampolín que le ha permitido encontrar un propósito con su empresa (Lavy Products) y, sobre todo, con su fundación (Flaviana Matata Foundation) para inspirar, empoderar y apoyar a las niñas de Tanzania que no tuvieron las mismas oportunidades que ella. En sus palabras, “Flaviana siempre está evolucionando; Flaviana es una mariposa”. Y esta mariposa extiende sus alas para que otras también puedan volar alto.

Hoy, la activista, humanitaria y emprendedora es completamente honesta con nosotras. Y aunque no dejará el mundo de la moda por mucho tiempo, Flaviana nos confiesa todas las experiencias que la han retado a crecer.

Entrevista con Flaviana Matata 

“No quiero ser sólo una cara bonita”, se repitió casting tras casting, cuando sentaba las bases de su carrera tras pasar el modelaje de Sudáfrica a NY. Pero no nos confundamos, Flaviana, graduada en Ingeniería eléctrica (que era lo más tomboy) no siguió este camino por ser la primera mujer de Tanzania en Miss Universo 2007, de hecho casi todo lo contrario: “No hablo mucho de esta experiencia porque no me sirvió como modelo, me pusieron en una caja y dañó mi carrera”. Pero ninguna etiqueta pudo con ella, ni siquiera cuando estaba en el top of the line. “Soy africana y no me estoy muriendo de hambre, entonces para ser delgada tengo pechos grandes. Recibía comentarios backstage sobre mi cuerpo todo el tiempo. Pero (gracias a mi papá) tengo mucha confianza”. 

Las preocupaciones fueron otras: los retos de aquel ajetreo venía del privilegio de haberlo elegido. “Yo tuve la opción de modelar o continuar estudiando después de la universidad. Pero, ¿qué pasa con las chicas en casa que no pueden pagar la escuela? ¿Qué puedo hacer por la comunidad que me ha dado tanto? Así empezó todo: trabajando con niñas de orfanatos y, más tarde, directamente con las escuelas y el gobierno a nivel de distrito”. 

Aprender a preguntar y no aceptar un “no” por respuesta: eso permite que Flaviana Matata Foundation —“ahora no la llamaría así porque tengo un gran equipo”— cambie la vida de 64 mil niñas en Tanzania o que una marca de belleza cruelty-free (Lavy Porducts) fortalezca a las mujeres para emprender, además de combatir la pobreza menstrual, un problema urgente. Pero en momentos de una crisis global, frecuentemente nos preguntamos qué podemos hacer más allá de una donación. Y para eso hace falta ver en dónde tenemos los pies plantados: “Encuentra una forma significativa de amplificar tu trabajo. Hay problemas en todo el mundo y los cambios no tienen que ser a través de una organización benéfica, ¿qué estás haciendo en tu comunidad?”. 

Cuando Flaviana empezó una organización con su propio bolsillo hace 11 años, la industria pensaba que la modelo hacía “demasiado”. “No lo hacía por los aplausos. A la gente no le importaba y ahora el mundo está cambiando… pero, ¿continuará así o lo hacemos porque queremos ser relevantes y cool?”. Las pretenciones nos invaden y ese puede ser el mayor reto al navegar por este entorno. “Algunas personas ni siquiera interactúan contigo hasta que descubren tus números en redes sociales. ¿Por qué no tratamos a los demás primero como seres humanos!” Para ella la industria es una plataforma para cambiar las cosas y así se mantiene. “Cuando desfilo soy Flaviana la modelo, pero cuando estoy fuera soy Flaviana la hija, amiga, tía, novia y todo lo demás. Se trata de mantenerte firme porque la presión a veces golpea, pero hay que salir de eso. Quiero mantenerme cuerda y conservar mis relaciones más cercanas fuera de la industria”. 

Desconectarse y aprender a delegar para viajar a su hogar cada tres meses, permitirse encargar un proyecto —un “bebé” suyo— siempre da miedo. “A veces siento que no soy justa conmigo porque estoy trabajando todo el tiempo y me he sentido culpable por divertirme. Pero debo cuidarme antes de ocuparme. Pienso que es demasiado, quiero cerrar e invertirlo todo en fondos de acciones y obtener un gran retorno. O a veces quiero rendirme y a veces estoy motivada… es normal”. 

Para alguien que no recuerda lo que es dormir ocho horas, sintonizada con China, Corea, EU y Tanzania, esos altibajos son una señal humana. ¿Pero quién inspira a la galardonada del Changemaker Award o Top 10 African Models?  “Cualquier mujer que esté asumiendo riesgos y haciendo las cosas en todos los sectores (mi mejor amiga está en agricultura, otras en finanzas y bienes raíces). Ya es difícil ser mujer, especialmente inmigrante. Así que simplemente ser atrevida, salirse de la caja, romper las normas y ser tú misma”. 

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