¿Couture therapy? La psicología detrás del lujo
Moda

¿Couture therapy? La psicología detrás del lujo

Desde tiempos antiguos, la ropa ha tenido un papel más que funcional en nuestras vidas. En cada época, ha reflejado estatus, identidad y pertenencia. Pero hoy, ¿qué significa para nuestra salud mental y nuestro bienestar invertir en una pieza de lujo o en alta costura? ¿Qué hay detrás de esa “necesidad” de poseer algo exclusivo, único y, claro, costoso? En el mundo de la moda, comprar lujo no es sólo un acto de consumo: es un reflejo de deseos, aspiraciones y, en muchos casos, un mecanismo para llenar vacíos emocionales. Este tema tiene capas tan profundas como el bolso de Mary Poppins, así que vayamos por partes.

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¿Por qué compramos lujo?

Primero, hablemos de psicología. Al invertir en piezas de lujo, se activan en nuestro cerebro ciertos centros de “recompensa” que nos hacen sentir bien (¡sí, como si nos hubiéramos comido una deliciosa rebanada de pastel!). Según un estudio realizado por el psicólogo George Loewenstein de la Universidad Carnegie Mellon, el acto de comprar algo que deseamos produce una especie de “subidón” emocional. Ese impulso por adquirir algo exclusivo, único o inusual se traduce en un refuerzo positivo, y es una razón clave por la cual las personas se sienten atraídas por las marcas de lujo.

Al crear productos en ediciones limitadas o con detalles de producción únicos, aumenta nuestra percepción de su valor, haciendo que el acto de comprar se vuelva una experiencia “especial” y altamente emocional. La idea de exclusividad genera un sentimiento de superioridad y autenticidad, que puede satisfacer nuestras necesidades de autoestima, según lo menciona la terapeuta y escritora francesa Marie Haddou, quien explica cómo las compras pueden ser una extensión de nuestra identidad. Así, no sólo estamos adquiriendo una bolsa o unos zapatos: estamos comprando un pedacito de estatus y pertenencia.

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¿La moda y nuestra autoestima están íntimamente ligadas? Cuando usamos alguna de estas prendas, nos sentimos especiales, y eso tiene que ver con la manera en que el lujo afecta nuestra percepción de nosotros mismos. Según un estudio publicado en el Journal of Experimental Social Psychology, las personas que usan ropa de marca tienden a percibirse a sí mismas como más competentes y seguras en contextos sociales, lo cual puede ser un impulso positivo para la autoestima. A nivel psicológico, el lujo (con todo lo que implica) es una armadura moderna que nos permite enfrentarnos al mundo con confianza.

Tal y como explica el psicoterapeuta Neil Burton, autor de The Meaning of Madness, “cuando vestimos algo que nos hace sentir poderosos, estamos proyectando esa seguridad hacia los demás, y esa proyección se convierte en un círculo virtuoso que eleva nuestra autopercepción”. Aunque comprar lujo no nos transforma mágicamente en personas más seguras, nos da un impulso simbólico que alimenta nuestra confianza, al menos de manera momentánea.

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¿Qué hay más allá de las marcas?

La psicología de la moda está bien documentada: nuestra apariencia puede influir en cómo nos sentimos internamente y en cómo los demás nos perciben. Es un fenómeno conocido como “enclothed cognition”. Este término, acuñado en un estudio de 2012 en la Universidad Northwestern, sugiere que la ropa que llevamos afecta tanto nuestro comportamiento como nuestro estado mental. Cuando nos vestimos de manera formal, por ejemplo, es más probable que pensemos y actuemos con mayor seriedad. Si llevamos una pieza de lujo, tendemos a proyectar una imagen de éxito y sofisticación, lo cual influye positivamente en nuestra salud mental al “aumentar” nuestro sentido de pertenencia.

La terapeuta Carole Lieberman también menciona cómo el lujo puede, hasta cierto punto, aliviar síntomas de ansiedad y depresión. En una cultura obsesionada con la validación, los productos de lujo se han convertido en un medio para reforzar una autoimagen positiva y destacarse en un entorno socialmente competitivo. Eso sí, hay que tener cuidado: si dependemos exclusivamente de los artículos lujosos para sentirnos bien, podemos entrar en un ciclo de consumismo compulsivo que afectará nuestra salud mental a largo plazo.

La lección de Miranda Priestly: moda, poder y decisiones

¡Ah! El momento icónico de The Devil Wears Prada cuando Miranda explica a una perpleja Andy Sachs la diferencia entre los tonos de azul en un suéter. Esta escena es el ejemplo perfecto de cómo la moda y el lujo afectan nuestras decisiones sin que lo notemos. Cuando Miranda desmenuza cómo un simple suéter azul ha sido influenciado por un meticuloso proceso de selección en las altas esferas de la moda, está resaltando un fenómeno conocido en psicología como influencia social inconsciente. Es decir, incluso cuando pensamos que nuestras elecciones son únicas, son el resultado de miles de decisiones tomadas por otros.

Las tendencias de moda no sólo se filtran a la calle desde las pasarelas; se infiltran en nuestras mentes. Los psicólogos explican este fenómeno como el “efecto arrastre”: cuando un grupo de personas adopta un estilo o producto, otros tienden a seguirlo inconscientemente. Y en el mundo del lujo, estas decisiones son aún más impactantes, ya que las marcas están diseñadas para provocar aspiración y deseo. Entonces, aunque no compremos Prada o Chanel, estamos de alguna forma “comprando” su influencia cultural.

El lujo no es la nueva “autoayuda” 

La relación entre shopping y salud mental va mucho más allá de un simple tarjetazo; en lugar de acudir a un terapeuta, algunas personas recurren a un “momento Prada” o a una “terapia Gucci” como un método de escapismo. La terapeuta estadounidense Dana Cloud compara esta práctica con una especie de “autoayuda instantánea” donde, a través de una compra de lujo, se siente liberación emocional, aunque temporal.

No es una práctica sostenible, pero en momentos difíciles, algunos encuentran en el lujo un pequeño respiro, una forma de evadirse del estrés y las presiones del día a día. Esto para nada sustituye el trabajo emocional profundo que podría lograrse en terapia. La próxima vez que te encuentres frente a una prenda de lujo, no la veas sólo como un capricho caro. Pregúntate qué representa para ti, cómo te hará sentir y qué mensaje quieres comunicar al mundo.

Identidad y pertenencia: extensión de uno mismo

Más allá de las apariencias, lo que usas es una especie de firma personal, una manera de proyectar quiénes somos o, en muchos casos, quiénes queremos ser. Sarah Hill, experta en consumo de bienes de lujo, explica que las personas se sienten atraídas por los artículos de lujo porque estos simbolizan cualidades que desean reflejar en su identidad. Esta práctica se alinea con la teoría de la autoexpresión simbólica, que sostiene que usamos elementos externos para comunicar nuestra esencia interna.

Las piezas de lujo, ya sean unas botas de Balenciaga o un reloj Rolex, son “poderosos íconos de la identidad”, afirma Hill. La antropóloga y escritora francesa Jean Duvignaud explica que los objetos de lujo son símbolos culturales, parecido a un “ceremonial moderno” en el que las personas se integran a una élite exclusiva, un “club privado” para compartir caprichos.

Moda consciente y el futuro del lujo 

En los últimos años, el concepto de lujo ha comenzado a transformarse con valores sociales emergentes como la sostenibilidad y la ética. Hoy en día, cada vez más consumidores se sienten atraídos por la sofisticación que respeta al medio ambiente y apoya prácticas justas, más allá de lo superficial. Este cambio tiene un impacto positivo en la salud mental, ya que permite a los consumidores sentir que están contribuyendo a un bien mayor. Sally Augustin, psicóloga ambiental, dice que el “lujo ético” permite que los consumidores experimenten una sensación de integridad y coherencia, al saber que sus compras apoyan sus valores.

Esto tiene un impacto positivo en la autoimagen y la autoestima, porque las personas sienten que se ven bien y también están haciendo el bien. Este giro hacia un lujo consciente ha cambiado la narrativa de moda. Ya no se trata únicamente de status, sino de construir una historia en torno a la autenticidad y la responsabilidad. Las personas se sienten cada vez más atraídas por el lujo que refleja sus valores y que encarna una declaración de intenciones. Esto, además, reduce la “culpa del comprador”, ese sentimiento de remordimiento que a veces acompaña a una compra impulsiva o exagerada.

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