Zucki y el poder de la representación este 8M
Estilo de vida

Zucki y el poder de la representación este 8M

Hace cinco años, mi vida cambió. En muchos aspectos, evolucioné. Mi cuerpo cambió, mi perspectiva sobre la belleza cambió, mis valores se transformaron de manera fundamental. Y eso es la discapacidad.

Cada año ha sido diferente, con nuevas enseñanzas. Por eso, hay que empezar desde el principio: en 2020, me rompí la espalda y quedé parapléjica. La discapacidad me parecía un concepto ajeno, algo distante. No crecí conociéndola más allá de lo que veía en los medios. Durante todo el primer año, sentí una presión inmensa por volver a caminar, porque en mi mente yo no era una persona con discapacidad. Iba a regresar a lo que era antes.

A finales de 2020, exploté. Sentía esa presión por volver a ser alguien que ya no era y no entendía por qué los demás me empujaban a recuperar algo que había cambiado para siempre. Cuando solté ese pensamiento y empecé a aceptarme como persona con discapacidad, mi visión del mundo cambió.

Busqué en redes a personas con discapacidad con quienes pudiera identificarme, que me mostraran cómo podía ser mi vida. Empecé a ver películas con personajes con discapacidad y me di cuenta de un patrón:
a) siempre se morían,
b) eran infelices,
c) necesitaban a alguien sin discapacidad que les enseñara que podían vivir.

Eso no era mi experiencia. Me sumergí en este nuevo universo y descubrí a paralímpicos, políticos, modelos, madres y padres en silla de ruedas. Y desde mi propia vivencia, supe que mi vida seguía adelante. Me faltaba mucho por vivir.

Cortesía @ImZucki

Todavía estaba en la universidad y ni siquiera se me cruzaba por la cabeza trabajar en moda. Pero lo que sí cambió fue mi relación con la ropa. Mi forma de vestir comenzó a reflejar la luz que tenía por dentro. La discapacidad, para mí, significó liberarme de un sistema que me decía que tenía que encajar, que nunca era suficiente, que debía estudiar algo solo por estudiarlo.

A finales de 2021, cuando estaba a punto de graduarme, empecé a pensar en qué quería hacer, en qué quería trabajar. Y siempre volvía a la misma espinita: nunca me había encontrado en los medios. Ya no sabía cómo se veía el amor, cómo se veía la moda. Así que, de la misma forma en la que busqué perfiles en Instagram para encontrar a alguien en quien verme reflejada, decidí convertirme en alguien así para alguien más. Abrí mi Instagram, tomamos unas fotos y las envié a una agencia. Les escribí sobre todo lo que estaban haciendo las personas con discapacidad en el mundo y sobre cómo yo era el futuro de la diversidad. Me vendí muy bien. Dos días después, ya tenía agencia.

Entrar en la industria fue solitario. No había muchas personas con discapacidad, no me querían contratar. Fue ahí cuando entendí que ocupar estos espacios en una silla de ruedas era un acto político, era activismo. Hice lo que pude para meterme en todos lados: estar en los eventos, hacerme visible. Porque sentía que, si las personas me conocían, empezarían a concienciarse. Cuanto más trabajaba y más fotos hacía, empezaron a llegarme mensajes.

Personas que se veían reflejadas en mí.
Personas pidiéndome consejos sobre moda, preguntándome cómo usar tacones en silla de ruedas, cómo vestirse para honrar su cuerpo y su discapacidad. Personas agradeciéndome por lo que hacía.

Me di cuenta de que, aunque ahora soy la única en ciertos eventos, estoy ayudando a abrir la puerta para más personas. Con cada foto, con cada historia que cuento sobre la discapacidad, hay gente que escucha. Me escriben personas sin discapacidad para contarme que han empezado iniciativas en sus trabajos para hacerlos más accesibles.

A veces me pregunto si lo que hago es absurdo. ¿Subir fotos de mi día a día? ¿Hablar de cómo voy al baño? ¿Compartir mi outfit y algunos accesorios? Pero entonces llegan los mensajes.

“Me motivaste a aceptar mi discapacidad.”
“Ahora quiero modelar.”

Y ahí entiendo que esto es más grande que yo. El arte nos mueve, el arte es político, la moda es política. Lo que consumimos nos forma. Es momento de empezar a crear arte con personas con discapacidad en mente, historias sobre nosotros, contadas por nosotros.

Poco a poco, abramos más esa puerta.
Poco a poco, derribemos la discriminación.
Poco a poco, hagámonos visibles y demostremos que valemos lo mismo.

La representación es lo más importante que tenemos. Contar nuestras historias nos conecta, la moda nos representa. Y si una sola persona se ve reflejada en mí, ya habré cumplido.

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