Últimamente todos hablan de esos bares cool, medio clandestinos con aires de exclusividad, y seguramente te preguntas ¿qué es un speakeasy exactamente? Piensa en Jay Gatsby, en la época de la Ley Seca en los 20 y ya tendrás una idea.
La expresión de “speakeasy” es literalmente para decir “baja la voz, que nadie descubra que estamos haciendo lo prohibido”. En esta era de prohibición, prácticamente se escribió el recetario de los holy grails de la coctelería, como el Old Fashioned o Gin Rickie.
Y es que fue aquí donde los bartenders empezabana a aplicar combinaciones innovadoras que disfrazaban el mal sabor del alcohol con jugos, azúcar, leches. Este y otros fun facts te los contamos en InStyle.
¿Qué es y cómo surgió el speakeasy?
Cuenta la leyenda que los días oscuros de la Ley Seca en EU, de los años 20, trajeron las fiestas y reuniones más radiantes y legendarias… no por nada los llamamos “los locos veinte”.
El fruto prohibido siempre es el más dulce y en esta época se pedía sigilosamente en un bar clandestino a puerta cerrada…. “speak easy, now, the police are on the dure”, decían; probablemente detrás de una puerta verde (la señal escondida para los afortunados que tenían la clave para entrar al lugar oculto, como el icónico Chicago’s Green Door Tavern, que aún existe).
Tesoros como estos son los secretos mejor guardados, cuando tomar una gota de alcohol era enfrentarse a la posible cárcel durante los 13 años que la Prohibición en Estados Unidos condenó tanto la venta, como la producción y consumo de alcohol con la intención de reducir la corrupción, el crimen y hasta el costo de las prisiones.
Fun fact: algunos lo creyeron y muchos pueblos incluso vendieron sus cárceles… but little did they know que la Ley Seca pintaría el panorama perfecto para el crime boss Al Capone y todos los gángsters que contrabandearon la cobija de los pobres… la más común era el ron; sí, al parecer el bacacho era la elección predilecta para tomar en un lugar destinado a arder, al igual que cualquier otro elixir.
Aunque claro, si eres amante del whisky, en esta época habrías sido de los suertudos que podían conseguir su drink legalmente con una prescripción médica. Obviamente las ventas de alcohol medicinal subió 400% entre 1923 y 1931, y el número de farmacéuticos registrados también aumentó drásticamente, in pharmaceuticals we trust! Así, surgieron leyendas como el “Man in the green hat”, el bootlegger por excelencia en el cuerpo de un veterano de la Primera Guerra Mundial que se volvió un ícono por contrabandear en los edificios de oficinas del Senado.
Y mientras los poderosos tenían su wingman de confianza, otros embarcaban el Cruise To Nowhere (a.k.a. el primer crucero para enfiestarse). El barco llevaba a sus pasajeros a las aguas internacionales para beber sin repercusiones y regresar horas después a la ciudad tan crudos como un sashimi fresco. Sí, una alternativa para que todos fuéramos felices, excepto aquellos destinados a la muerte (no sólo los involucrados con el crimen organizado).
Y es que, con una ecuación donde existe el alcohol sin regular, no es tan difícil descifrar que el resultado son botellas contaminadas y letales para quienes decidían cometer este pequeño pecado hedonista. Incluso por ahí dicen que el gobierno hasta envenenaba los destilados para asustar a las personas (aún así 10 000 se la tomaron y no vivieron para contarlo). Otros, que no eran suficientemente listos, recurrieron al antifreeze (y ya te podrás imaginar el resultado). En efecto, esta década no fue sólo “feliz y brillante” sin su lado oscuro, pero, good news: hoy podemos gozar de su mejor secuela: los cocteles.
La era de la Ley Seca fue lo que el mundo necesitaba para que supiéramos lo que es encontrar la felicidad con un solo trago. En teoría un coctel —combinación de ingredientes con alcohol que “sabe bien pero que también deleita a la vista con su presentación y colores”— existe desde que alguien mezcló su destilado con un spritz de jugo o cualquier hierbita, ya sea para gozar o para rebajar la prescripción densa del doctor.
Pero no fue hasta la época del Gran Gatsby hasta que llegó el epítome de este arte alquimista: el peak creativo de la mixología. De la necesidad nace la invención y fue así como la mala calidad de los destilados no regulados obligó a los bartenders a ponerse creativos y lucirse para mejorar los drinks… hoy, después de 100 años, podemos decirle gracias a los irreverentes que se atrevieron a pedir un Sidecar o un French 75. Así que ¡cheers!
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