Existe un tipo arte que respira. Sí, literalmente está vivo, y por lo general es enorme. No necesita ni puede ser encerrado entre paredes de museo. La naturaleza es su musa y colaboradora; lienzo y medio; reflexión y crítica; origen y respuesta. Las obras pueden ser de piedra, tierra, agua… e incluso algunos artistas se las arreglan para provocar fenómenos naturales como tormentas y mareas.
¿Qué es el Land Art?
El arte ambiental engloba movimientos como Land / Earth art, arte sostenible o conceptual. Las obras, inmovibles y creadas para un lugar específico, quedan expuestas al entorno, son generalmente efímeras y reflejan el vínculo humano-Tierra. Es decir, alteran el paisaje y después desaparecen.
Aunque este movimiento surgió en los años 60, la idea de plasmar nuestra comprensión del mundo natural y nuestra relación con él existe desde que pintamos en cuevas 40 000 a. C., desde las pinturas de Chauvet hasta las flores de O’Keeffe. Pero con el arte conceptual del siglo XX surge la idea de obras que cambian con la naturaleza para que aprendamos a vivirla, animarla y preservarla. Como advertencia o invitación, aquí los artistas son activistas; maestros de una alquimia poética entre arte, ciencia, sociología y diversas disciplinas entrelazadas para reimaginar una existencia más sostenible.
Los artistas más importantes del Land Art
Andy Goldsworthy
Si ya habías visto obras con piedras, hojas, barro, ramitas, nieve y flores de colores en tu feed, probablemente haya sido de Andy, quien ve el “movimiento, cambio, luz, crecimiento, decadencia y el alma de la naturaleza” como energías para aprovechar en su trabajo.
Ya sean bolas de nieve perfectamente colocadas en una torre o un muro de piedra en forma de serpiente (Storm King Wall , 1998, su trabajo más famoso), el art studio de este escultor es la naturaleza cruda y la tarea es reorganizarla para realzar su belleza. Su título de fotógrafo es necesario para documentar maravillas, la mayoría destinadas a morir y desvanecerse en el lugar del que provienen completando el ciclo de la vida.
Olafur Eliasson
Para que una cascada quede suspendida en los jardines de Versalles (2016), es necesario un equipo de arquitectos, artesanos, ingenieros y diversos especialistas. Para Olafur, el arte es una colaboración constante y —sobre todo— crea espacios para experiencias individuales y colectivas para “convertir datos, noticias y estudios científicos en algo que se pueda tocar”.
El artista fue nombrado embajador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Además, su empresa de energía solar, Little Sun, tiene la misión de iluminar comunidades que viven sin electricidad, creando conciencia sobre el acceso a la energía y la acción climática.
Para Ice Watch (2014), el artista danés-islandés, y un equipo de geólogos, transportaron 12 bloques de hielo glacial derretido a la Conferencia sobre el Cambio Climático de París.
John Grade
“Cinética, transitoriedad y azar” protagonizan su trabajo inspirado en incendios forestales, cambios en corrientes del mar, tormentas de viento; desde los bosques de Guatemala hasta el terreno sobre el Círculo Polar Ártico.
Como fiel emblema del Land Art, Reservoir (Ascesa) sigue el principio de exponer la obra a fenómenos naturales: entre los árboles del parque italiano Arte Sella, 5 000 gotas de plástico en forma de cuchara cuelgan suspendidas de una red. La magia ocurre cuando llueve y el peso del agua configura la forma de la nube de gotas, hasta que se evapora y regresa a su forma original… una escultura en constante movimiento. El peso de la instalación inmersiva de 30 kg llega a pesar 350 kg por el agua.
Michael Heizer
Sus viajes con su padre arqueólogo a México, Perú y Egipto encendieron su amor por el “arte que deja huellas”. Alejándose de los espacios cerrados de Nueva York para perseguir los desiertos de California y Nevada, irrumpió en los inicios del Land Art con rocas gigantes —y una ayudita del mecenas Robert C. Scull— para estudiar “las formas positivas y el espacio negativo”, su propia definición de su trabajo escultórico y conceptual.
En 1972 empezó a crear City, como una síntesis de monumentos antiguos, minimalismo y tecnología industrial. Tras 50 años de desarrollo y aproximadamente 40 millones de dólares, los 2 kilómetros de arena, piedra y concreto conforman la obra contemporánea más grande del mundo. La escultura, inspirada en ciudades como Teotihuacán y Chichén Itzá (lo que inició todo gracias a un viaje a Yucatán) ya está abierta al público (6 visitantes al día con reservación).
Agnes Denes
A diferencia de otros pioneros, la artista y escritora húngara, madre del Arte ambiental, siempre estuvo más interesada en minimizar su huella ecológica, lo cual agigantó con su obra icónica: Wheatfield – A Confrontation (1982). 200 camiones de tierra, 285 hoyos de rocas y escombros excavados a mano, 6 meses para lavar el campo, fertilizarlo, tratarlo y plantar semillas fueron necesarios para convertir un vertedero en un campo de trigo dorado frente la Estatua de la libertad, a dos cuadras de Wall Street, en Manhattan. Los dos acres trajeron más de 1000 libras de grano, que viajaron a 28 ciudades en la exposición The International Art Show for the End of World Hunger, donde el público podía tomar semillas para plantarlas.
Tree Mountain – A Living Time Capsule (1992-1996) es otra de sus obras más impresionantes: un bosque al oeste de Finlandia que estará legalmente protegido durante 400 años.
Hablar sobre la pérdida de naturaleza como recordatorio de su belleza y potencial está en sus obras de “lógica ecológica”. Pero sus preocupaciones hoy, a los 93 años, no han cambiado: “Solamente que algunas cosas de las que hablé hace 50 años se han hecho realidad”.
Robert Smithson
Para uno de los inauguradores del Land Art, que evolucionó del minimalismo (en el sentido de sencillez y no de tamaño), “la naturaleza nunca se termina”. Esto no contradice la conciencia ecológica, porque tal vez Smithson se refiere a que, a diferencia del humano, la naturaleza sí puede existir sin nosotros.
Su primer trabajo efímero en desiertos fue tan grande que necesitó de máquinas industriales. Pero Utah fue la sede de la obra más emblemática del el “entropólogo”. Hecha con rocas, tierra y algas, Spiral Jetty (1970), que se adentra a un “mar muerto” en un territorio explotado por el hombre (Great Salt Lake), ejemplifica sus críticas al materialismo y los excesos del capitalismo y la urbanidad.
El objetivo de Smithson es dejar los “círculos viciosos” del mercado del arte y poner las obras en manos de la Madre naturaleza, alejada de la destrucción del hombre.
Christo y Jeanne Claude
Este matrimonio fue y será una de las mejores mancuernas que tocó al mundo con tela y hierro. El Reichstag en Alemania o el Pont Neuf en París, ninguna pieza arquitectónica los intimidó… ni un territorio de 11 islas artificiales pudieron con 2 000 km2 de polipropileno rosa (Surrounded Islands, 1983). Incluso la pareja fundó Valley Curtain Corporation para lograr su objetivo de cubrir un valle de Colorado durante 28 horas.
Desde la convicción de Christo y Jean Claude, el tiempo es parte esencial; fugacidad en ejecución y paciencia en planeación. The Gates (2005), que se ideó desde 1979, fue un recorrido de 7 503 marcos metálicos unidos por una tela naranja recordando a las puertas torii japonesas para hacer la entrada a Central Park un acto sagrado. Es una de las instalaciones más memorables del siglo XXI y puedes ver el documental.
Nancy Holt
A través de un agujero mágico, Túneles de Sol (1976) prácticamente te conectan con otra percepción del mundo. Después de que Nancy innovara y desafiara las posibilidades de encuadre, el 21 de diciembre es una fecha divina reservada para amanecer y atardecer en el desierto de Utah y ver la luz del sol alineada con los cuatro cilindros de hormigón durante los solsticios de verano e invierno.
Además, hace referencia a los antiguos ritos paganos y la armonía natural del mundo que nos sostiene. Con obras como esta, la escultora, fotógrafa y cineasta amplifica la idea de que somos partículas en un espacio enorme. “Siento que la necesidad de mirar al cielo —a la luna y a las estrellas— es muy básica y está dentro de todos nosotros”.
Tomás Saraceno
El autor de museos flotantes con bolsas de plástico recicladas impulsadas por energía solar, y con un portafolio que incluye collabs científicas con MIT, evolucionó de arquitecto a estrella de bienales con arte habitable para un mundo alterado por el cambio climático.
Ciencia y sociología —y una aracnofilia particular para construir redes—, hoy va en busca de altos vuelos. Sí, durante la última década, ha estado desarrollando “colaboraciones con la atmósfera” dentro de su proyecto Aerocene, una comunidad internacional unida por la utópica atmósfera libre de fronteras y viajes sin combustibles fósiles ni emisiones. En 2015, el grupo rompió un récord mundial por el primer vuelo totalmente propulsado por energía solar.
Meg Webster
Desde la década de 1980 ya usaba tierra y arena, pero sus obras inconfundibles —algunas hechas para entrar y otras plantadas— son de sal y musgo. Con materiales orgánicos e inorgánicos, su lenguaje minimalista con volúmenes geométricos inspira un encuentro sensorial que habla de quietud y pertenencia. Ese es el mejor ejemplo de hacer el espectador pasivo, activo, con una obra que evoca la apreciación de algo tan cotidiano como el mundo natural.
Sus conos y esferas de sal, que pueden pesar 4000 kg, apelan a la idea de los minerales y materiales que tomamos de la Tierra. Y su famosa cama de musgo Volume for Lying Flat estuvo expuesta en el último Art Basel de Miami, por $150 000 dólares, y reflexiona sobre la fragilidad y resiliencia de la Tierra… y por supuesto, hay que regarla, ya que la conservación es importante para Meg. De hecho, el agua en su trabajo expuesto en galerías proviene de fuentes específicas, como el estanque, río o glaciar más cercano.
Ned Kahn
Sus instalaciones monumentales e interactivas han sido descritas como “la estética de la turbulencia”. Como un científico que juega con agua, aire, fuego, niebla y arena, el caos de las fuerzas naturales aterrizan en armonía dentro de estructuras arquitectónicas que recrean fenómenos naturales: un tornado de 7 pisos de altura dentro de un pabellón, un vórtex de fuego, olas de espejo como fachadas de edificios o un remolino que causa inundaciones calculadas.
Sí, los proyectos de Kahn necesitan una investigación empírica y geológica para lograr el delicado equilibrio entre los sistemas naturales, humanos y artificiales. El artista colabora con arquitectos para crear estructuras de hasta medio millón de elementos.
Mary Mattingly
Atravesando fotografía, instalación y performance, ella es mejor conocida por sus ecosistemas esculturales sobre alimentación, refugio y agua limpia. Invitando a reconectar con la naturaleza local, Swale (un jardín flotante y comestible en una barcaza) se lanzó en Nueva York en 2016. “Viniendo de un lugar donde el agua era tóxica, Swale surgió de la necesidad de depender de las vías fluviales y los terrenos públicos de NY para cuidarlos y cuidarnos mejor ”.
Para su ópera prima, Mary usó su ingenio para esquivar una la ley que prohíbe cultivar o recoger alimentos en terrenos públicos, gracias a ello la artista prácticamente impulsó Foodway, la primera vez en casi 100 años que los parques de NY permiten buscar comida públicamente. Gracias a nuevas tecnologías, el arte puede ser responsable para mejorar nuestras estructuras.
Otros artistas que debes conocer
Walter de María
Tardó cinco años buscando el terreno ideal para plantar en Nuevo México 400 postes de acero de 5 metros de altura que atraen los rayos. Una tormenta anima The Lightning Field (1977), manifesto sobre la fuerza de lo humano sobre la naturaleza, junto con la necesidad de generar estados de armonía con el medio ambiente.
Dalziel + Scullion
Hecha con miles de mosaicos de cerámica verdes como el musgo (la planta más absorbente), RAIN es un espacio contemplativo para escuchar los sonidos de la lluvia, creado por el dúo escocés que desde 1993 colabora con ecologistas, botánicos y hasta compositores, enriqueciendo su obra de textura y ritmo para reconectar el cuerpo con la Tierra.
Edith Meusnier
La ubicación en un bosque como refugio y escape es el punto de partida para trenzar, plisar o tejer instalaciones ligeras, flexibles, transparentes, coloridas y convertibles al ritmo del tiempo. Con técnicas ancestrales de textil y uso de la geometría, la francesa examina las nociones de sostenibilidad y vulnerabilidad.
Michael Pinsky
Artista, diseñador urbano, activista e investigador, el contenido de sus Pollution Pods emula el ozono, dióxido de nitrógeno, dióxido de azufre y monóxido de carbono que contaminan Londres, Nueva Delhi, São Paulo y Pekín. Esta instalación, donde el público pasa por los domos con diferentes climas cada vez más contaminados, fue parte de Climart: una investigación para unir ciencias naturales con las artes visuales.
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