Museos, casas de diseño, el feed de tus influencers favoritos o las tiendas de muebles vintage más cool: seguro has visto esta silla Bauhaus, la más viral de Instagram.
Superficies planas, líneas limpias; acero y piel negra; funcional, práctica y simple. 14 años fueron suficientes para definir la perfección que buscamos hoy en una silla. La Wassily Chair, creada en la década de 1920, es el sueño de cualquier inquilino que busca transformar su hogar en un refugio de arte funcional.
Si tienes una silla vintage de la Bauhaus como esta; tú sí le sabes. Y esto sucede con cualquier objeto de interiorismo que refleje ese “fine taste” en un espacio de un arquitectura impecable donde se mezcla diseño funcional, con la belleza de una escultura o lo disruptivo de una pieza de arte… en otras palabras, un espacio con el espíritu Bauhaus: la escuela de arte que surgió gracias a un arquitecto curioso que se preguntó algo así como “¿qué pasaría si fundimos el arte con los objetos cotidianos?”.
¿Qué es el estilo Bauhaus y por qué todo lo cool sigue este aesthetic?
Antes de que aplaudiéramos el skyline de Chicago o elogiáramos el diseño del iPhone, alguien tuvo que ser el primero en decir “menos es más”. A diferencia de cualquier proverbio y dicho popular, este motto sí tiene fecha y autor, y tal vez te suene: Ludwig Mies van der Rohe.
Él y otras leyendas fueron parte de la revolución más grande de todas con colores primarios, formas geométricas y tipografías sans-serif como las que seguramente podrás ver a tu alrededor (en este instante). Pero claro, nada tendrá “Bauhaus” escrito porque hoy es lo que se considera simplemente como “un buen diseño”.
Bauhaus 101
Parece difícil pensar que apenas a principios de 1900, Walter Gropius fue el primero que se cuestionó por qué la manufactura y todo lo industrializado estaba dividido de lo “bello”. Así es, no existían sillas bonitas ni había tal cosa como estar obsessed con una mesa perfectamente diseñada que nos robara el aliento.
Por eso, en Weimar (1919), con la intención de mezclar todos los medios artísticos en uno, se fundó la primera escuela de diseño en el mundo. Todas las escuelas de arte en una, donde cada disciplina creativa (hasta el teatro) se complementaba con la otra.
¿Quiénes fueron parte de la escuela Bauhaus?
Gropius jaló a nombres como Josef Albers, Pier Mondrian, Ludwig Mies van der Rohe o Paul Klee a esta nueva institución antiacadémica y experimental. Hasta Kandinsky dio clases aquí y se convirtió en un maestro más que trabajaba con sus alumnos en pintura mural, como Gropius en muebles o Schlemmer en escultura de piedra. Todos para llevar los objetos de masas al nivel de las fine arts, dicho de otra forma, cosas del día a día que pudieran ser considerados arte a un precio accesible.
¿Cuáles son los principios básicos?
Produciendo artesanos y diseñadores capaces de hacer creaciones útiles y hermosas adaptadas a un nuevo sistema de vida con una meta en común, ¿la clave para cumplir con esta tarea? Reducir el elemento a su estado básico, quitando todas las capas (como deconstuir un garabato a las líneas indispensables). Y aunque la intención Bauhaus nunca fue crear una estética, sino enfocarse en el proceso impecable y replicable, inevitablemente se sentaron las bases de un estilo particular: abstracto, angular, geométrico y con poca ornamentación.
Esa mezcla de diseño y arte fue parte de una intención por reconstruir Alemania después de la Primera Guerra Mundial. Ello se vio reflejado al unísono en ramas como la tipografía, arquitectura, teatro, carpintería, pintura y hasta en el cine en el expresionismo alemán.
Pero como podrás sospechar por las fechas, la historia de la Bauhaus también estuvo bien movidita por el nazismo. Primero se mudaron en 1925 a Dessau (donde se consolidó la esencia del movimiento como lo conocemos) y en 1932 a Berlín, donde sólo duraron un año hasta que la Gestapo cerró sus puertas. Pero, definitivamente, nadie, ni los cañones ni las bombas nucleares, pudieron impedir su trascendencia.
La Wassily Chair: ¿Por qué es tan famosa?
Forma sigue a la función
Escultural, minimalista pero ergonómico y confortable. En 1925 Marcel Breuer creó un ícono abstrayendo un Club Chair (un sillón cómodo y ancho, a veces sobredimensionado y normalmente de piel) para reducirlo a sus líneas y elementos básicos.
La Anécdota
No fue diseñada para Wassily Kandinsky. Pero el pintor, que era coworker de Breuer en la escuela, sí quedó fascinado con el diseño. Tanto, que su compa, Marcel, le hizo un duplicado para su oficina. La silla se conoció como Wassily, décadas más tarde cuando fue relanzada por Gavina.
Model B3 Chair: cracking the code
Cuando el director del taller de carpintería de la Bauhaus iba al trabajo en su primera bicicleta que había comprado en 1925, observó el volante de acero tubular, ligero y resistente. El next step fue traducir ese elemento en mobiliario.
Sí, existe un test de autenticidad
Hoy en día la mejor compra de una Wassily viene examinada por expertos. Si te preguntas si tu silla vintage es Bauhaus og, mira el marco de acero inoxidable. Sí es auténtica, no habrá soldadura en las esquinas y se verá como una pieza continua, sin tapa en el extremo.
Podemos agradecerle a Florence Knoll
Después de que Breuer vendiera su co-lección a Gavina, Knollhttps://www.instagram.com/p/CSdngOvpCjj/ no dudó en adquirir la empresa italiana en 1968 por los clásicos modernos del genio que fue uno de sus mentores cuando ella trabajaba en la oficina de Gropius en los 30. Hoy, la Wassily, la silla lateral Cesca y la colección de mesa Laccio las consigues con Knoll.
El romance creado por los dispares
“It is the least artistic, the most logical, the least ‘cosy’ and the most mechanical”, afirmó Breuer sobre su innovación sin precedentes. Aun así, hoy perdura como fiel representante Bauhaus: la propuesta al regreso a la artesanía y el arte como lazo que conecta a la sociedad… sí, todos queremos una Wassily.
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