Aunque las pegajosas canciones de Encanto ya se han vuelto un éxito y encabezan las listas, la nueva peli de Disney está recibiendo todo tipo de elogios por parte de los profesionales de la salud mental por otra razón: cómo retrata el trauma intergeneracional y la sanación.
Al principio de la película, Mirabel nos presenta a la familia Madrigal y nos explica alegremente el “don” o poder mágico de cada integrante. Sin embargo, ella es el único miembro de la familia que no recibe un don. Después se nos muestra el lado oscuro de la familia, originado años atrás por un evento traumático luego de que la familia se viera obligada a huir de casa en busca de un lugar seguro.
Así lo explica Mildred Lyons en su TikTok acerca de las dinámicas familiares de los Madrigal.
El personaje de Abuela asigna el valor de los miembros de la familia de acuerdo con la utilidad de sus dones y aunque parecería una conducta normal es en realidad una actitud narcisista que promueve dinámicas emocionalmente abusivas, pero ¿por qué haría eso si ama a su familia? Como sabemos, Abuela perdió su hogar y su familia, ahora su misión de vida es conservar lo que tiene a como dé lugar.
Los tres hijos de Abuela, Julieta, Pepa y Bruno crecen bajo las altas expectativas de su madre, desarrollando mecanismos y papeles diferentes:
Julieta es la hermana “reparadora“. Probablemente desde niña cargó con la responsabilidad de procurar el bien de los demás, dejándose ella misma al último y olvidando que no tiene que cargar con todo sola.
Pepa es la hermana “emocional”: no puede evitar externar lo que siente y sus nubes, que representan la tormenta emocional que tiene dentro, se van convirtiendo en un inconveniente pues las familias que sufren de esta disfuncionalidad también se vuelven familias con poca validación emocional.
Generalmente en un circulo disfuncional uno de los hijos recibe la mayor parte de la culpa y desaprobación especialmente si este cuestiona los patrones familiares tóxicos. Así es como nos presentan a Bruno, quien lamentablemente cumple el papel del chivo expiatorio, pues al identificar un problema, le advertía a los demás y a pesar de no ser el causante de ninguno de esos problemas, su familia lo tachaba de problemático hasta decidir no hablar más de él.
El problema no es que ese hijo cause los problemas, es que los nota y no vamos a mentir, a veces es más sencillo ignorar los aspectos negativos de la familia y fingir que todo está bien para lograr un ambiente armónico.
Además de Bruno, Mirabel también desarrolla el papel de chivo expiatorio en su generación, sin importar cuánto se esfuerce para llegar a las expectativas de su abuela , siempre sería considerada un estorbo pues no tiene un don y “un miembro sin utilidad es un miembro sin valor.” Y, ante la ausencia de Bruno, la nueva causante de los infortunios familiares es Mirabel
Mirabel también tiene dos hermanas: Luisa, de quien se espera mucho desde temprana edad por tener altas capacidades, por lo que su carga de responsabilidades y expectativas es la más pesada de la familia, básicamente se espera que pueda con absolutamente todo sin la posibilidad de fallar o tener reacción alguna.
Por su parte, Isabella es la hija dorada, la que todo hace bien; en una familia disfuncional, el hijo que desarrolla este papel ve el maltrato que reciben sus hermanos y para evitar recibir el mismo abuso se esfuerzan por conservar su lugar como favoritos, lo que puede llevarlos a ser abusivos y carecer del sentido de individualidad pues en lugar de saber que su valor personal es intrínseco, lo miden con base en la percepción que tienen los demás de ellos.
Es cierto que los humanos no siempre somos del todo conscientes de las causas de nuestra conducta o actitudes, sin embargo, cuando llega la consciencia también llega la responsabilidad de cambio y esto es justo lo que vemos al final de la película, Abuela cambia su forma de vincularse con la familia y esta ahora tiene la posibilidad de sanar poco a poco.
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