La filmografía de Claudia Sainte-Luce está llena de historias familiares, algunas basadas en sus propias experiencias, sin embargo con Amor y matemáticas (2022), su más reciente película en cartelera, tomó el riesgo no solo de incursionar en un género como la comedia romántica, sino de llevar a la pantalla un guion escrito por alguien más, el de su colega Adriana Pelusi.
En la película situada en Monterrey, conocemos la historia de Billy (Roberto Quijano), una antigua estrella del pop, que es ahora un padre de familia frustrado por la rutina y falta de satisfacción en su cómoda vida al lado de Lucía (Daniela Salinas). Las cosas cambian cuando se muda a su vecindario Mónica (Diana Bovio), una antigua admiradora que se queda de piedra en cuanto descubre que su obsesión adolescente vive al otro lado de la calle.
Amor y matemáticas es una cinta que habla de sentirse estancado en la rutina, de ese estado en la zona de confort, donde los días han perdido la emoción, después de haber abandonado un sueño. Ahí es donde comienza la historia.
“Los personajes están desilusionados de donde están parados hoy día. No les gusta lo que están viviendo, no les gusta con quién están y por eso se aferran a esas pequeñas cosas, como Lucía con su perro, porque tampoco se ve siendo madre de un hijo con ese tipo que no va para ningún lado. Mónica tampoco está feliz, porque a pesar de tener lo que la sociedad dicta que te debería hacer feliz: estar casada, tener un hijo, tener una casa, tampoco está contenta con con su pareja”, explica Claudia.
La película mexicana Amor y matemáticas es una comedia distinta
Es dentro de esa monotonía que se cuela un tono de comedia distinto, uno que destaca los absurdos sin llegar a las bromas típicas del género, lo que resulta en una comedia ácida y sarcástica. Claudia cuenta que para lograr ese tono, hubo un trabajo previo con los actores.
“La comedia yo creo que no se trata de personajes soltando chistes o haciendo broma de ellos, sino por el contrario, la situación es la que nos da risa y ellos (los actores) tienen que tomarse muy en serio lo que están encarnando. Fue a base de ensayos, de que todos entendieran cómo, aunque fuera muy chiquito y les pareciera banal el drama del personaje, no lo juzgaran y a partir de ahí ya se genera la comedia; ya no están ellos pensando en que tienen que hacer reír a la gente, si no están pensando simplemente en estar”.
Filmar fuera de Ciudad de México
Una de las cosas más importantes para Claudia y la guionista, Adriana Pelusi, era que la película tuviera lugar en Monterrey, pues es un lugar en el que, para ellas, se puede retratar muy bien la rutina, incluso por la manera en que están diseñados los suburbios de la ciudad.
“Para mí, es entrar como a la dimensión desconocida porque a pesar de que conocemos mucha gente así y que hay muchos fraccionamientos de este tipo, no solo en Monterrey sino en muchos lugares del país, son como micromundos donde parece que no ocurre la violencia, donde parece que no ocurre la imperfección, que todo está muy bien, que combina hasta la decoración de los interiores de todas las casas. Eso era lo que quería crear”, platica Claudia.
Asimismo, trabajar con actores y con un crew que fuera local se volvió crucial para contar la historia con sinceridad y mostrar las dinámicas que se dan en otros estados de la república.
“En la medida que yo puedo, trato de escribir las cosas en provincia porque le dan verosimilitud. Tú cuentas cierta historia y entonces subes a todos tus actores de CDMX, y algunos ahí de cierto estado, y se siente mucho la diferencia, sientes que no son de ahí; aunque alguien lo vaya a ver con subtítulos, yo lo veo y no estoy creyendo lo que está sucediendo. Es muy lindo descubrir que hay actores muy muy talentosos en cada estado”. agrega.
Sentirse identificada con sus propios personajes
En la cinta, Billy se siente perdido y duda sobre volver a hacer algo que antes le apasionaba. Su encuentro con Mónica despierta en él las ganas de intentarlo de nuevo, al mismo tiempo que para ella conocerlo representa un sueño cumplido. En esas situaciones es donde Claudia cuenta que pudo sentirse identificada con sus personajes.
“Me identifico mucho con Billy, como sintiendo que no tiene su lugar en el mundo, que no siente que lo que esté haciendo sirva de algo. Siempre me siento identificada con eso porque es tan incierta esta cosa de las películas, que si te sale el fondo, que si no, que si tienen que evaluar tu proyecto”, comparte.
“Y como Mónica, yo soy muy fan de cierta gente, de saberme su signo del zodiaco, de con quién andan, cómo se dio su historia, a quién admira, qué libros han leído, qué música les gusta, en estar enamorada profundamente de alguien, pero si yo viera a esos actores jamás me atrevería a decirles algo. Admiro mucho a escritoras, pero también me quedaría callada y no dirían nada porque me ciega mi admiración”, confiesa sobre el fanatismo, que también está presente en la película.
Por Grecia Juárez
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