Cuando Zootopia se estrenó en 2016, muchos fuimos al cine esperando una comedia animada divertida, con animales que hablan y chistes para toda la familia. Salimos con risas, sí, pero también con una incómoda reflexión sobre prejuicios, discriminación y estereotipos. Casi diez años después, Zootopia 2 regresa no solo para hacernos reír otra vez, sino para recordarnos, con aún más claridad, que las diferencias no solo existen, importan.
Y esta vez, el mensaje es más profundo, más político y sorprendentemente más emotivo.
Los reptiles como metáfora de las comunidades expulsadas
*Spoilers* Uno de los puntos más fuertes de Zootopia 2 es la llegada de los reptiles a la historia: una población que fue borrada de la ciudad hace cien años por un crimen mal contado, una acusación que se volvió “verdad” y una condena colectiva que terminó en expulsión.
Las similitudes con la vida real son imposibles de ignorar. Lo que les pasa a los reptiles funciona como una metáfora clarísima de lo que ha ocurrido con muchas comunidades a lo largo de la historia: grupos criminalizados, señalados como “peligrosos” y desplazados con pretextos fabricados por quienes tienen el poder.
Y la figura de la serpiente es especialmente potente como símbolo. Durante décadas la hemos visto asociada con traición, miedo y maldad en la cultura popular, y la película usa justo ese prejuicio para mostrarnos cómo se construyen los estigmas sociales. Al final, no importa si ese grupo representa una amenaza real o no, muchas veces basta con que sea diferente.
Migración, identidad y el eco latino en la historia
El apellido del personaje central, De Snake, no es casual. Ese “De” resuena claramente con los apellidos de origen latino y se lee fácilmente como una referencia al discurso sobre la inmigración en Estados Unidos. La película nunca lo dice directamente, pero es muy fácil ver a los reptiles como una metáfora de las comunidades migrantes que hoy son señaladas, criminalizadas y usadas como chivo expiatorio en la política.
Tal como pasa en la vida real, en Zootopia 2 se construye una historia donde a todo un grupo se le culpa de problemas mucho más grandes. Se les borra lo que han aportado, se les pinta como invasores y se justifica su expulsión en nombre del “orden” y la “seguridad”.
Y todo esto resuena todavía más fuerte hoy, con el clima político que se ha intensificado en los últimos meses por las redadas, persecuciones y expulsiones de migrantes por parte de ICE en Estados Unidos.
Colonialismo y una ciudad construida sobre lo borrado
Uno de los twists más fuertes de Zootopia 2 es cuando descubrimos el verdadero origen de la ciudad. Lo que siempre nos vendieron como una gran historia de progreso en realidad se levantó sobre el despojo de un territorio que antes pertenecía a los reptiles. Su barrio, su espacio y su forma de vida desaparecieron para construir la “ciudad perfecta” que hoy todos admiran.
Este giro conecta directo con muchos procesos de colonización en la vida real, donde comunidades enteras fueron desplazadas, silenciadas y luego etiquetadas como un estorbo para el “desarrollo”. La película deja clarísimo que el avance de unos casi siempre ha tenido un costo para otros.
Al mismo tiempo, la historia también dialoga con la gentrificación que vemos en muchas ciudades grandes, donde la gente que llevaba años viviendo ahí es empujada a las orillas para dar paso a zonas cada vez más exclusivas, igual que pasa con la expansión de la tundra sobre el antiguo territorio de las serpientes.
Y aunque todo esté contado con animalitos animados, el mensaje no se siente lejano para nada. Al contrario, se reconoce peligrosamente fácil en nuestra propia realidad.
Entonces… ¿de qué trata realmente Zootopia 2?
De inclusión. De memoria. De no quedarnos con la primera versión de la historia. De cuestionar a quién beneficia lo que creemos. Y, sobre todo, de que las diferencias no nos separan necesariamente, a veces son justo lo que nos ayuda a crecer. Zootopia 2 no solo funciona como secuela, también crece junto con quienes la vimos desde la primera.
Explora más en: Instyle.mx
