Detrás de los reflectores de las pasarelas y las portadas, existe una narrativa mucho más compleja, cruda y humana: una constelación de tragedias que ha dejado marca indeleble en el universo de la moda. Desde muertes inesperadas hasta luchas internas con enfermedades mentales, adicciones y la presión constante de un sistema ferozmente competitivo… Porque sí, hay belleza en la superficie, pero también hay dolor entre costuras.

¿Cuáles son las tragedias en la moda que nunca vamos a olvidar?
Alexander McQueen: el talento y la depresión
Lee Alexander McQueen nació en 1969 en el East End de Londres, en el seno de una familia trabajadora. Hijo de un taxista y una profesora, desde muy pequeño mostró interés por el dibujo y la confección. Su talento lo llevó a estudiar en Central Saint Martins, donde su colección de graduación fue adquirida en su totalidad por Isabella Blow, editora y mentora que lo lanzó al estrellato.
A lo largo de su carrera, McQueen fue conocido por sus desfiles teatrales, colecciones intensamente emocionales y una visión artística. Fue director creativo de Givenchy y luego fundó su propia marca, que se convirtió en sinónimo de belleza oscura, transgresión y poesía visual.
Detrás de la genialidad, sin embargo, había un hombre atormentado por la depresión, el abuso de drogas y el duelo por la pérdida de su madre. El 11 de febrero de 2010, a los 40 años, McQueen fue encontrado muerto en su departamento de Londres. Se quitó la vida apenas unos días después de que falleciera su madre, Joyce, con quien mantenía una relación sumamente estrecha. Su muerte fue un recordatorio devastador de que incluso los más brillantes pueden sentirse atrapados por la oscuridad.
Kate Spade: sonrisas que escondían ansiedad
Fue una de las diseñadoras más queridas del mundo de la moda por haber creado un universo alegre, optimista y femenino. Su legado está íntimamente ligado a los años 90 y a una generación de mujeres que vio en sus bolsos coloridos, independencia y estilo propio. Junto a su esposo Andy Spade, lanzó su primera colección en 1993. Líneas limpias, tonos vivos y un guiño juguetón al estilo retro: sus creaciones fueron un fenómeno.
Para finales de los 90, Kate Spade New York ya era un emporio. En 2006, vendió la participación mayoritaria de su empresa, y con el tiempo se alejó de la industria. Sin embargo, en 2016 regresó con Frances Valentine, la marca que llevaba el nombre de su hija. A pesar de su imagen pública luminosa y optimista, Kate Spade luchaba con depresión y ansiedad desde hacía años.
El 5 de junio de 2018, fue hallada sin vida en su apartamento de Manhattan. Su fallecimiento sacudió al mundo entero, no sólo por la inesperada pérdida, sino por el contraste entre su estética alegre y la tristeza profunda que enfrentaba.
Ruslana Korshunova: el ángel caído de las pasarelas
Apodada “la Rapunzel rusa” por su cabello largo y sedoso, era una modelo kazaja con un aura de misterio y dulzura que la hizo brillar en la escena internacional. Nacida en 1987 en Almaty, Kazajistán, fue descubierta a los 15 años tras aparecer en un artículo de una revista local sobre poesía rusa. Su belleza etérea, combinada con una personalidad introspectiva, llamó la atención de una agencia de modelos británica. En pocos años, Ruslana estaba en la cima: desfiló para Donna Karan, Vera Wang, Nina Ricci, y apareció en varias portadas de renombre.
Era conocida por su profesionalismo y por una presencia casi hipnótica frente a la cámara. Sin embargo, quienes la conocieron también hablaban de una melancolía que parecía habitar detrás de sus ojos verdes. El 28 de junio de 2008, cuando tenía 20 años, Ruslana cayó desde el noveno piso del edificio donde vivía en Manhattan.
La policía declaró su muerte como suicidio, aunque algunas teorías surgieron después, debido a su aparente estabilidad profesional, había regresado recientemente de un viaje de trabajo en París. En sus últimos meses, compartió en foros y redes sociales mensajes confusos y filosóficos que hablaban de renacer, dolor y lucha interna.
Su muerte dejó al descubierto la soledad que muchas modelos enfrentan, especialmente aquellas que, como Ruslana, entran a la industria siendo apenas adolescentes: sin una red de apoyo sólida ni herramientas para enfrentar la presión. Su historia impulsó conversaciones sobre la salud mental en modelos jóvenes y la necesidad de entornos más humanos y protectores dentro de las agencias y firmas de moda.
En años recientes, las conversaciones sobre salud mental, diversidad corporal y límites saludables están ganando más fuerza. Es tiempo de mirar la moda más allá del espectáculo, porque es una plataforma humana, con luces pero también con sombras.
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