Todo lo que hay detrás de las joyas robadas del Louvre
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Todo lo que hay detrás de las joyas robadas del Louvre

Si alguien tenía que protagonizar un robo digno de película, tenía que ser el Louvre. El pasado 19 de octubre, en pleno día y en cuestión de minutos, desaparecieron varias joyas de la legendaria Galería de Apolo, justo en el corazón del museo parisino. Sí, el mismo donde está la Mona Lisa, solo que esta vez la protagonista fue una tiara (bueno, varias).

Pero esta no es solo una historia de detectives y diamantes. Detrás de cada joya robada se esconden siglos de poder, amores imperiales, moda y tragedias muy a la francesa. Y justo eso es lo que hace este robo todavía más fascinante. Aquí te contamos la historia detrás de cada una.

Lo que no sabías sobre las joyas reales robadas del Louvre

La tiara de Eugenia de Montijo

Eugenia de Montijo fue la it-girl del siglo XIX. Española, católica devota y musa de los joyeros más cotizados de París. Su esposo, Napoleón III, le regaló en 1853 una tiara con 212 perlas y casi dos mil diamantes montados por el joyero Gabriel Lemonnier. Tras el exilio de los emperadores en Inglaterra, la tiara fue subastada, comprada por Tiffany & Co. 

Décadas después, la tiara reapareció en Alemania en manos de la familia Thurn und Taxis, los mismos que fundaron el correo europeo y cuya princesa Gloria se ganó el apodo de la princesa punk por sus fiestas extravagantes donde se disfrazaba de María Antonieta. Cuando las deudas familiares la obligaron a venderla, el Louvre la recuperó… hasta su reciente desaparición.

El collar y los aretes de esmeraldas de Marie-Louise

Entre las piezas robadas también está el collar y los aretes de esmeraldas que Napoleón I regaló a su segunda esposa, Marie-Louise de Austria, en su boda de 1810. Eran 32 esmeraldas y más de mil diamantes firmados por François-Régnault Nitot, el joyero del imperio.

Tras la caída del Imperio, Marie-Louise heredó las joyas a su familia, que las conservó durante generaciones. En 1953, Van Cleef & Arpels adquirió el conjunto y vendió parte de él a coleccionistas americanos. El Louvre logró comprar el collar y los pendientes originales en 2004 por 3.7 millones de euros, asegurando que volvieran a Francia.

El broche relicario de Eugenia

Eugenia de Montijo sin duda salió perdiendo en este atraco. Además de su corona, los ladrones también se llevaron su broche relicario, diseñado por Paul-Alfred Bapst en 1855. Está cubierto con 94 diamantes, incluidos los legendarios Mazarin diamonds, piedras que datan del siglo XVII y fueron obsequio al rey Luis XIV por el cardenal Mazarin.

Eugenia, profundamente católica, lo llevaba como símbolo de su fe. El broche contenía una pequeña reliquia sagrada, una costumbre que unía espiritualidad y lujo en una misma joya. El reverso de oro tiene grabados de hojas y flores, un detalle íntimo que sólo vería quien lo tuviera en la mano. El Louvre lo había adquirido en 1887, pensando que permanecería ahí para siempre.

Todas las joyas robadas del Louvre y su historia
Musée du Louvre

El broche-lazo y la diadema

El broche en forma de lazo tiene su origen en un cinturón de 4,000 diamantes que Eugenia de Montijo usó durante una visita de la reina Victoria a Versalles en 1855. Tiempo después, Eugenia pidió transformar el cinturón en un broche independiente con borlas de diamantes, demostrando que el upcycling no lo inventó la moda contemporánea.

En 1887, el joyero Émile Schlesinger compró la pieza en subasta y la vendió a la socialité neoyorquina Caroline Astor, ícono de la alta sociedad estadounidense. El broche permaneció en la familia Astor durante más de un siglo, hasta que el Louvre lo recuperó en 2008, pagando más de 6.7 millones de euros para devolverlo a Francia.

Estas son las joyas robadas del Louvre
Musée du Louvre

El conjunto de zafiros reales

Entre las joyas robadas estaba también un conjunto de zafiros y diamantes que pasó por varias generaciones de la realeza francesa. Lo lucieron reinas como Hortense de Beauharnais, esposa de Luis Bonaparte, y Marie-Amélie de Orleans, esposa del rey Luis Felipe I. La pieza principal era una tiara con 24 zafiros de Ceilán (hoy Sri Lanka) rodeados por 1,083 diamantes, acompañada de un collar con ocho zafiros y un par de aretes.

Los ladrones se llevaron la tiara, el collar y uno de los aretes, dejando el conjunto incompleto. Durante el atraco, también intentaron robar la corona que completaba el set, una pieza de oro con 1,354 diamantes y 56 esmeraldas, creada para la Exposición Universal de París y que originalmente perteneció a la reina Marie-Amélie antes de pasar a manos de la emperatriz Eugenia.

Pero algo salió mal y la corona fue encontrada poco después, dañada, en una calle cercana al Louvre. La policía cree que se les cayó mientras huían de la escena.

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