En un mundo que nos exige siempre actuar en automático, que no permite pausas ni recesos, y que venera la homogeneidad, Crudo Caan es un oasis. Es un lunar paradisíaco que invita a todo el que lo encuentre a tomar un respiro y reflexionar sobre la identidad colectiva mexicana, voltear a ver la enorme fusión de raíces culturales e históricas que se expanden bajo tierra y nos permiten estar aquí y ser quienes somos.
A partir de una urgencia interior atraída por todo lo estético y una fascinación por el trabajo manual, María Esther González creó (casi intuitivamente) el proyecto, Crudo Caan, en el 2022. Encontró en este un vehículo que le permitía conectar con sus ideas a través de las manos y traerlas al mundo material.
Cosmos, inspiración ancestral, y la cotidianidad
Inspirado en la mezcla cultural que conforma al México actual, este estudio de joyería, ubicado en la colonia Condesa de la Ciudad de México, busca crear puentes entre las raíces prehispánicas con el diseño contemporáneo. Encuentra elementos que convergen en pasado, presente y futuro para producir un mosaico de significados que revelan nuestra identidad, por siempre cambiante.
“La idea es mezclar los collares con prendas más casuales y cotidianas que usamos el día de hoy, pero con estos ornamentos que pueden traer la idea del pasado”, dice la fundadora sobre el objetivo y su misión por crear una amalgama casi imperceptible entre el ayer y el ahora.
Aunque el objetivo final de esta marca es llegar a lanzar colecciones de ropa, la joyería fue la manera más sencilla de darle inicio a este universo cósmico y moderno. Además, lo cierto es que estos dos mundos no parecen estar peleados. Es así que, por ahora, Crudo Caan, está conformado por un cosmos breve de anillos, collares chunky, aretes y brazaletes. Desde su anillo Sirio (el favorito de María), su collar K’inich, o sus aretes Oda, los diseños podrían definirse por ser exquisitamente minimalistas, esculturales y ornamentales.
Desde su uso en rituales, en el comercio, o en los sistemas de jerarquía social, la joyería siempre ha tenido un papel importante en la cultura mexicana y del mundo. Ahora, también se le suma el uso actual de usar accesorios y joyas como un método para saberse diferente a los demás como individuos. Adornar el cuerpo es uno de los rasgos distintivos del ser humano, y este proyecto busca fabricar esos objetos a los cuales el usuario pueda atribuirles un significado personal. Crudo Caan diseña piezas en las que podemos encontrarnos, diferenciarnos y abstraernos.
¿Por qué Crudo Caan?
Y, ¿de dónde viene Crudo Caan? Caan, significa “cielo” en maya, una elección accidental que curiosamente se vincula a su primera colección, trabajada en cerámica blanca, un ejercicio que nació por la curiosidad sobre la cultura maya; y crudo, que se refiere al compromiso de la marca por trabajar con materiales duraderos y naturales.
Hablando de materiales, dentro de todo su catálogo podemos ver piezas elaboradas con materias primas naturales y locales. Trabajan con talleres familiares en Oaxaca y la Sierra Mixteca Poblana para las cuentas de cuarzo, en Puebla para el ónix, y el Estado de México para la obsidiana y jades traídos de Guerrero. Sin embargo, también hay piezas de cerámica, plata y barro.
En un afán de construir un proyecto y una marca a largo plazo, todos los accesorios de Crudo Caan se apegan al movimiento de producción lenta. Cada cuenta de cada collar está hecha a mano con piedras locales, en talleres locales, ensamblado y diseñado en su estudio en la Ciudad de México.
Sobre su proceso creativo
A pesar de ser una marca de joyería relativamente joven, el proceso creativo se siente cada vez más natural. “Antes creía que no podía sacar ninguna pieza sin un fundamento sólido, ya sea en la inspiración o en el contexto. Ahora me dejó sacar lo que quiera sacar mientras yo esté segura de la pieza”.
Este proceso se divide en tres: Primero, en información recolectada de poemas, libros y revistas antiguas que María encuentra en sus paseos por la Lagunilla y en librerías de segunda mano. Después, deja que los materiales la guíen, pues depende de la disponibilidad de materia prima. Y por último, el ejercicio de experimentación y peloteo grupal en el taller, en el que, intuitivamente, van creando las piezas como las abuelas en las cocinas o como “niños jugando con Legos”.
Aunque la moda lenta y responsable es parte de la esencia de Crudo Caan, mantener una manufactura artesanal no es una tarea fácil. Debido a la naturaleza del proceso y los materiales, solamente salen una o dos piezas al mes por modelo, aproximadamente. Por lo tanto, no puede aumentar la oferta, generando un reto significativo para sostener el negocio sin inflar los precios excesivamente. Si bien, María Esther no quiere que su joyería sea vista como un producto de lujo inaccesible, tiene que aprender a comunicar y transparentar el valor del trabajo que viene con cada cuenta de cada collar. “Hay que hacer entender al consumidor que el proceso es lento y artesanal, y eso tiene un valor.”
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