Ser la hija mayor suena como un orgullo, pero detrás de esa fachada de madurez muchas esconden el cansancio de haber sido adultas demasiado pronto. El síndrome de la hermana mayor, viral en TikTok, por fin le pone nombre a esa mezcla de responsabilidad, ansiedad y necesidad de control que tantas mujeres arrastran desde niñas.
Entonces, ¿qué es exactamente?
Aunque no es un diagnóstico oficial, el síndrome de la hermana mayor describe una situación muy común. La hija mayor que, por orden de nacimiento y por las expectativas familiares, termina cargando con responsabilidades que no le correspondía a su edad.
Las hijas mayores suelen asumir más tareas domésticas y emocionales que sus hermanos. Muchas crecen ocupando un rol casi parental dentro de la familia. Son la niñera aunque les lleven pocos años a sus hermanos, la mediadora entre sus padres sobre todo si están divorciados y la terapeuta amateur de prácticamente toda la familia.
Además de todas esas responsabilidades, también deben ser un ejemplo a seguir. Cumplir con las expectativas de los padres, inspirar a los hermanos menores, no equivocarse nunca (aunque nadie les haya trazado el camino y sobresalir en todo.
Por eso, te sientes responsable de todos (y de todo), te cuesta decir “no” sin sentir culpa y vives buscando aprobación como si fuera oxígeno. Poner límites se siente casi imposible, y aunque siempre eres la overachiever del grupo, esa misma presión te agota. A veces guardas resentimiento hacia tus hermanos o tus papás, y, claro, te aterra fallar o romper las reglas, porque desde siempre creíste que tu valor dependía de hacerlo todo bien.
Taylor Swift, la patrona de las hijas mayores
El término volvió a explotar recientemente gracias a Taylor Swift, quien decidió dedicarle el Track 5 de su nuevo álbum The Life of a Showgirl a este tema. Para los no iniciados, el Track 5 es el espacio reservado para las canciones más vulnerables de cada disco de Swift, y esta no fue la excepción.
En “Eldest Daughter”, Taylor baja el ritmo para confesar cómo es crecer sintiendo que no puedes fallar, que tienes que mantenerte fuerte y que decepcionar a alguien sería lo peor del mundo. En otras palabras, el himno no oficial de todas las que alguna vez cargaron con la frase “tú eres el ejemplo”.
¿Por qué importa hablar de esto?
Porque esas dinámicas familiares no desaparecen mágicamente cuando creces. Muchas hijas mayores adultas siguen sintiendo que deben hacerse cargo de todo y de todos, que poner límites es egoísta o que relajarse es perder el control. Esa mentalidad puede derivar en agotamiento, ansiedad y una sensación constante de estar “fallando” por no cumplir con estándares imposibles.
Y aunque el síndrome de la hermana mayor no es algo que se “cura”, sí se puede desaprender. Empieza por reconocer que no tienes que hacerlo todo, que no tienes que ser la fuerte todo el tiempo y que mereces descansar sin justificarte. Deja que los demás también aprendan a resolver por sí mismos, y sobre todo, date permiso de ser humana, no heroína.
Ser la hija mayor no es una maldición, es un superpoder. Pero hasta las superheroínas necesitan un día libre, un spa y tal vez una copa de vino para recordar que salvar el mundo puede esperar hasta mañana.
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