Si últimamente te encuentras apretando los dientes mientras haces scroll, si tienes esa influencer que sigues solo para enojarte o si te has peleado en los comentarios de un tiktok en el último mes, tenemos noticias: no eres tú, es el rage bait. Y sí, oficialmente es tan relevante que Oxford University Press la nombró palabra del año.
Oxford eligió rage bait como palabra del año y, honestamente, pocas decisiones han sido tan acertadas. En un mundo donde la vida se vive en línea, lo que mejor capturó el espíritu de 2025 fue el enojo. Ese mini ataque de coraje que sentimos sin darnos cuenta mientras scrolleamos.
Porque si algo aprendimos este año es que el internet ya no vive de likes, vive de reacciones. Y nada genera más reacción que la irritación.
¿Qué es el rage bait y por qué caemos siempre?
El rage bait no busca convencerte, educarte ni inspirarte. Busca provocarte. El influencer que desperdicia comida en un challenge. La beauty guru que usa una cantidad absurda de productos. El podcaster que suelta una “unpopular opinion” sabiendo que va a molestar a la mayoría.
Oxford lo define como contenido creado deliberadamente para provocar enojo o indignación. Porque cuando algo en línea te enoja, lo ves varias veces, se lo mandas a tu amiga y, si te provocó lo suficiente, seguro hasta comentaste. Y sí, sin querer, ayudaste a que se hiciera más viral.
El rage bait no es solo “hacer enojar a la gente”. Es una estrategia calculada que engagement, controla conversaciones, distrae de temas importantes y genera un ruido emocional que beneficia a quien lo publica. Es una carnada emocional. Y funciona por una sola razón: tu reacción.
La economía del enojo
La razón por la que este contenido funciona tan bien es porque estamos cansadas. Saturadas y sobreinformadas. El enojo es una emoción facilísima de activar cuando el cerebro ya está en modo automático. Además, tiene algo perversamente entretenido: mandar un video al grupo y enojarse juntas se ha vuelto una forma muy moderna de bonding.
El problema es que el ciclo no se detiene. Te enojas, interactúas, el algoritmo aprende, te muestra más de lo mismo y vuelves a empezar. Y de pronto ya no solo te estás enojando con contenido hecho específicamente para rage bait, sino con todo. Poco a poco, el scroll deja de ser placentero y se convierte en una experiencia tensa, casi agotadora.
Lo que empezó como una estrategia deliberada hoy se diluye: el rage bait puede ser casi cualquier cosa. No porque todo el contenido esté diseñado para provocar enojo, sino porque ya entramos enojadas a scrollear. Llegas con defensas en alto, lista para atacar, preparada para molestarte con lo que sea que aparezca en tu cel.
Cuando el rage bait ya no vive solo en redes
Lo más interesante es que rage bait ya no se limita al internet. Se ha vuelto una forma de nombrar esa molestia puntual que algo o alguien despierta en ti. Esa situación mínima que parece diseñada para empujarte al límite.
Hoy puede ser un influencer hablando raro. Mañana, una opinión política. Pasado mañana, alguien respirando demasiado fuerte a tu lado. El patrón es el mismo: algo pequeño, específico, que te provoca una reacción desproporcionada. Tal vez por eso esta palabra se siente tan correcta. Porque en 2025 no solo estuvimos conectadas: estuvimos irritadas. Y ponerle nombre a ese estado es, curiosamente, un primer paso para salir de él.
Al final, rage bait no es solo una tendencia lingüística. Es un recordatorio sutil, pero urgente, de que no todo merece nuestra energía. Y que, a veces, el acto más rebelde frente al algoritmo es no reaccionar.
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