Nos han hecho creer que la salud empieza en la cabeza o en el corazón, pero el Dr. Alejandro Junger —formado como cardiólogo en instituciones como NYU y Lenox Hill— tiene otra teoría: el intestino es el verdadero epicentro del bienestar. Más que una moda, su visión transformadora sobre el cuerpo, la inflamación y los malos hábitos modernos lo llevó a diseñar el famoso Clean Program, seguido por atletas, celebridades y más de un millón de personas alrededor del mundo. En esta plática exclusiva rompemos mitos sobre el ayuno, la alimentación “saludable” y por qué nuestra microbiota intestinal tiene más influencia en nuestras emociones de lo que imaginamos.

Cuando el intestino habla y nadie escucha…
Lo que empujó al Dr. Junger a cuestionar la medicina tradicional no fue una revelación espiritual, sino algo mucho más humano: enfermarse.“Me diagnosticaron con alergias severas, colon irritable y depresión, y me recetaron siete medicamentos. Como médico, sabía que eso sólo iba a enmascarar los síntomas”. Fue entonces cuando comenzó a buscar respuestas más profundas. Lo que descubrió cambiaría no sólo su vida, sino la de miles de pacientes: muchos males crónicos se originan en el intestino. Literalmente. “Los intestinos son donde confluyen todos los sistemas del cuerpo”, explica. Allí vive entre el 70 y 80 % del sistema inmunológico, hay más neuronas que en el cerebro y se produce hasta el 80 % de neurotransmisores como la serotonina y dopamina. Es decir, la salud intestinal no influye en la salud mental: ES la salud mental.
En sus libros Clean, Clean Gut y Clean Eats, Junger plantea una idea inquietante: estamos intoxicados y ni siquiera lo notamos. “Desde el aire que respiramos hasta los productos que usamos, estamos rodeados de moléculas químicas que afectan nuestros procesos bioquímicos”. La consecuencia se manifiesta como una cascada de malestares modernos: insomnio, niebla mental, infertilidad, obesidad, ansiedad y hasta enfermedades autoinmunes. Esta “intoxicación moderna”, como la llama, es silenciosa pero sistemática. Su propuesta: apoyar al cuerpo en sus propios procesos de desintoxicación natural, que se ven comprometidos por un estilo de vida frenético y una alimentación ultraprocesada.
En el universo wellness, la palabra “inflamación” se ha vuelto sinónimo de “enemigo”. Pero Junger dice: “Es un mecanismo esencial de adaptación y supervivencia. El problema es cuando se vuelve sistémica y crónica. Y eso suele empezar en el intestino, por disbiosis e hiperpermeabilidad intestinal (el famoso leaky gut)”. La clave no está en buscar alimentos milagrosamente “antiinflamatorios”, sino en no dañar al intestino. Comer real, natural, sin excesos y sin frecuencia desmedida. “No se trata de eliminar la inflamación, sino de no encenderla innecesariamente”.
¿Por dónde empezar?
- Comienza con una ventana de ayuno de 12 horas entre la última comida del día y la primera del siguiente. Esto permite al cuerpo descansar de la digestión y activar procesos de desintoxicación.
- Elimina alimentos ultraprocesados y enfócate en ingredientes reales: frutas, vegetales, granos integrales, leguminosas, semillas y proteínas limpias.
- Hidrátate con agua simple y reduce bebidas industrializadas con azúcares o aditivos.
- Prioriza el sueño y la regulación del estrés, que impactan directamente la microbiota intestinal.
- Incluye alimentos fermentados (como el kimchi, el chucrut o el kefir) para apoyar tu flora intestinal.
- Evita comer por inercia o ansiedad y aprende a distinguir entre hambre real y hambre emocional.
- Escucha a tu cuerpo: no todo lo “saludable” es para todos. Observa tu energía, digestión y estado de ánimo tras cada comida.
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