Desde que saltó a la fama en Game of Thrones y The Last of Us, Bella Ramsey se ha convertido en une de les intérpretes más prometedores de la industria. Pero más allá de su carrera, Ramsey ha destacado por su valentía al hablar abiertamente sobre su identidad y las experiencias que le han moldeado. Ahora, en una nueva entrevista con Vogue, la estrella revela un aspecto más de su autodescubrimiento: su diagnóstico de autismo, un hallazgo que no solo le ha dado claridad sobre su forma de ver el mundo, sino que también le ha permitido encontrar más compasión hacia sí misme.

El comentario que lo cambió todo
Ramsey explica que fue gracias a un miembro del equipo de The Last of Us que comenzó a cuestionarse si podría ser autista. Esta persona, que tiene une hije en el espectro, notó ciertas similitudes entre le joven intérprete y su hije, como la sensibilidad sensorial y otras características relacionadas con el autismo. Aunque al principio esto fue solo una observación, terminó marcando el inicio de un proceso de exploración para Ramsey, quien eventualmente recibió un diagnóstico formal.
“Ponerle un nombre a estas experiencias fue liberador. Me permite caminar por el mundo con más gracia hacia mí misme y entender por qué ciertas cosas que parecen fáciles para les demás me resultan más difíciles”, confiesa en la entrevista.

Identidad sin etiquetas
Si bien Ramsey ha encontrado alivio en el término autismo, no siente lo mismo respecto a las etiquetas de género y sexualidad. Bella, quien se identifica como no binaria, ha sido siempre abierte sobre su relación con la identidad, pero reconoce que ponerle un nombre a estos aspectos de su vida no siempre le resulta cómodo.
“El diagnóstico de autismo me ayudó a entenderme mejor. Pero cuando se trata de género y sexualidad, las etiquetas no me resultan cómodas porque siento que me encierran en una caja”, explica.
Esto se complica aún más con la fama. Ramsey reflexiona sobre cómo la atención del público puede hacer que la exploración de su identidad se sienta más limitada. “Es un poco triste que las personas fuera del ojo público puedan explorar su identidad en privado. Y aunque intentara mantenerlo en privado, basta con que alguien me reconozca en la calle, me tome una foto y lo comparta para que se convierta en un tema de conversación”, comenta.

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