Tennis bracelet: la joya que detuvo un partido y conquistó al mundo
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Tennis bracelet: la joya que detuvo un partido y conquistó al mundo

Es elegante, es discreto y tiene un brillo que pocas veces —por no decir nunca—, pasa desapercibido. Hablamos del tennis bracelet, un objeto statement cuya historia comenzó en una cancha de tenis, pero que impactó tanto en la moda y en la joyería, que evolucionó a una de las piezas más deseadas en todo el mundo.

Hay joyas que parecen destinadas a la eternidad. No porque desafíen el paso del tiempo en su diseño, no porque cuesten miles de millones ni tampoco porque se hereden durante varias generaciones, sino porque logran convertir- se en símbolos de estilo y personalidad. El tennis bracelet es una de esos casos: nació “de casualidad” y gracias a su combinación única de sutileza y practicidad, encontró su lugar en la historia de la orfebrería, pero también en la de celebridades, influencers y personas de todo el mundo sin importar el género.

tennis bracelet

Tennis bracelet: un accidente que cambió la historia de la joyería.

El nombre tiene un origen curioso y, por supuesto, muy ligado al deporte. Durante el US Open de 1978, la tenista estadounidense Chris Evert, conocida por su talento y también por su sofisticado estilo en la cancha, perdió en pleno partido su pulsera de diamantes. El encuentro tuvo que detenerse para que pudiera recuperarla. A partir de ese momento, la prensa comenzó a referirse a este diseño como tennis bracelet, y el resto es historia.

Lo interesante es que, aunque la pulsera de diamantes ya existía desde mucho antes, fue aquel incidente el que marcó un antes y un después en su popularidad. Pasó de ser una joya clásica usada únicamente en eventos formales a un accesorio versátil que podía acompañar tanto un vestido de gala como un uniforme deportivo.

Evolución de un clásico.

Con el paso de los años, la pulsera fue adoptado por dife- rentes generaciones, pero nunca perdió su esencia: una fila continua de diamantes del mismo tamaño engastados en oro blanco, amarillo, rosa o platino. Lo que cambió fue la manera de llevarlo. En los 80 se volvió sinónimo de lujo discreto, esa época en la que la opulencia convivía con el deseo de elegancia refinada. En los 90, supermodelos como Cindy Crawford o Naomi Campbell la llevaron en editoriales que marcaron tendencia, consolidándola como objeto de culto. En la era del quiet luxury, vuelve a ocupar el centro de atención como ejemplo perfecto de una inversión atemporal: un accesorio que no grita, pero habla con un brillo inconfundible.

Existen versiones con piedras de color (zafiros, esmeraldas, rubíes) que reinventan el concepto sin perder su esencia. Incluso hay diseños más accesibles con diamantes cultivados en laboratorio o zirconias de alta calidad, pensadas para una nueva generación que busca lujo responsable.

Ya sabemos que esta pulsera se popularizó por un accidente deportivo, pero fueron las grandes casas de joyería quienes la transformaron en un símbolo de lujo eterno. Cartier es quizás una de las firmas que mejor lo interpreta: su versión en oro rosa con diamantes se volvió best seller para quienes buscan lujo con un giro moderno.

En Tiffany&Co., esta pieza forma parte de sus co- lecciones emblemáticas desde hace décadas. Sus piezas, generalmente en platino o en oro blanco, representan la elegancia clásica que la firma ha defendido a lo largo de su historia, y son de las más buscadas, tal como sus anillos de compromiso y hasta para regalos de aniversario. Harry Winston, conocido como “el rey de los diamantes”, llevó esta pulsera al máximo nivel de sofisticación. Sus versiones con diamantes de impecable calidad se consideran piezas de alta joyería, destinadas a convertirse en herencia familiar. Por otro lado, marcas como Bvlgari o Chopard han apostado por versiones más modernas, incorporando piedras de color —como zafiros o rubíes— para brindar una propuesta diferente. Esta evolución ha permitido que la tennis bracelet se mantenga vigente como clásico, pero también como tendencia.

Y, por supuesto, la demanda actual también abrió camino a nuevas marcas que ofrecen opciones más accesibles y también responsables con el medio ambiente, como Brilliant Earth en Estados Unidos o Messika en Europa, que apuestan por diamantes cultivados en laboratorio sin sacrificar el diseño de lujo.Tener una de estas piezas es casi un ritual de iniciación en el mundo de la joyería. Desde quienes buscan una versión clásica hasta las que eligen una reinterpretación… lo cierto es que esta pieza se mantiene como una de las más deseadas.

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