Las señales siempre estuvieron ahí: los boat shoes, el hype del quiet luxury, el plaid en cada pasarela… y, obvio, el debut de Jonathan Anderson en Dior. El estilo preppy lleva años escondida a plena vista, pero ahora es imposible negarlo, estamos viviendo en un mundo preppy. Se acabó la era del oversized sin esfuerzo, de los outfits “parece que ni lo intentó”.

La cuenta @databutmakeitfashion lo dijo primero, la moda preppy está llegó para quedarse. Un análisis de cobertura online y búsquedas en Google muestra que el interés en esta estética creció 66% desde junio de 2025. O sea, no es solo una tendencia, es un fenómeno.
Entre lo callado y lo ruidoso
Como dijo @databutmakeitfashion, el estilo preppy no es lo mismo que el quiet luxury, pero tampoco es estar forrada en logos. Es como ese punto medio, clásico, pero que llama la atención. Tiene ese aire pulido que se reconoce de inmediato, y lo mejor es que lo puedes encontrar tanto en marcas de lujo como en fast fashion. No es tanto un concepto, sino más bien una forma de vestir. Se trata de jugar con texturas, cortes y colores. Puedes usarlo para darle un giro interesante a un look más grunge y lograr un contraste fuerte, o llevarlo tal cual en su versión más tradicional.
El uniforme preppy es fácil de reconocer: camisas de botones, blazers, cardigans, polos… ya sabes, las siluetas clásicas de siempre. Pero lo cool está en los detalles que le dan un twist: usar dos t-shirts a la vez, suéteres con rayas o cuadros, o un mini logo bordado que apenas se nota. Los colores suelen ser suaves, medio pastel, nada súper llamativo pero tampoco aburrido. Todo está en ese balance.



Dior, Celine y la batalla del preppy
El debut de Jonathan Anderson en Dior es probablemente el ejemplo más claro de esta nueva versión del preppy. Sí, hubo logos, pero tan discretos que casi había que buscarlos. Los colores estaban ahí, pero todos desaturados, suaves, contenidos. Y los cuadros, muchos cuadros, daban estructura sin robarse el show. Nada se sintió improvisado. Fue un déjà vu de lo que vimos a Anderson hacer en Loewe, donde consolidó el carácter preppy de la marca sin caer en lo predecible.
Pero no todo es conservadurismo. Michael Rider en Celine demostró que este estilo también puede ser emocionante. Usó logos, sí, pero de forma irónica. Tomó básicos, pantalones rectos, polos, suéteres y los combinó entre sí hasta que se volvieron inesperados. Metió pieles vintage, siluetas con carácter y una vibra medio nostálgica pero con intención. Fue como decir: ok, queremos lo conocido, lo clásico… pero no nos vamos a morir de aburrimiento en el intento.



Lo preppy siempre regresa
No es la primera vez que lo vemos. El estilo preppy tiene más de un siglo de historia: nació entre 1890 y 1900, resurgió en los ochenta y noventa, sobrevivió a bancarrotas como la de J. Crew, a la fiebre del athleisure y a la era del hypebeast. ¿La clave? siempre se reinventa.
Diseñadores como Chanel o Ralph Lauren nunca lo han soltado. Lo interesante es cómo la Gen Z lo está rehaciendo a su manera: polos con blazers oversized, loafers con calcetas deportivas, rugby shirts convertidas en básicos, minifaldas con suéteres en capas, accesorios chunky. El preppy ya no es exclusivo de un club privado ni requiere tener apellido compuesto. Se trata de mezclar básicos con una dosis de ironía y creatividad.
Quizá no estamos en la era más arriesgada de la moda, pero sí en una donde la ropa preppy vuelve a ser el nuevo uniforme global.


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