Cuando pensamos en un viaje cultural, muchas veces nos vamos directo a París, Florencia o Madrid. Pero hay un país al norte de Europa que tiene una oferta de arte igual de impactante (o mejor) y es nada más y nada menos que Holanda. No solo es la tierra natal de artistas como Van Gogh, Rembrandt y Vermeer, también es el lugar donde los museos se viven como experiencias completas.
Desde instituciones clásicas con pinturas del Siglo de Oro hasta museos contemporáneos escondidos en medio de un bosque, Holanda se ha convertido en un destino para los verdaderos amantes del arte.
¿Lo mejor? Todo está conectado por tren, así que moverte entre ciudades es súper fácil. Si ya estás planeando una escapada a este país de bicicletas, flores y diseño perfecto, aquí van los museos que tienes que conocer sí o sí.
Los museos que no te puedes perder en Holanda
Kröller-Müller Museum (Otterlo)
Si te gusta el arte y la naturaleza, este museo es tu paraíso personal. El Kröller-Müller está ubicado dentro del Parque Nacional Hoge Veluwe (sí, un museo dentro de un bosque) y tiene la segunda colección más grande de Van Gogh del mundo.
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¿Lo más cool? El recorrido empieza mucho antes de entrar al museo, puedes rentar una bici y pedalear entre árboles y paisajes hasta llegar al edificio, que por sí solo es una obra arquitectónica. Adentro te esperan cuadros de Van Gogh, Monet, Picasso y Seurat. Y afuera, un jardín de esculturas impresionante donde te cruzas con piezas de artistas como Barbara Hepworth o Jean Dubuffet.
Es uno de esos lugares que no solo visitas, sino que realmente vives.


Museum Voorlinden (Wassenaar)
Este museo contemporáneo está en una mansión moderna rodeada de jardines, y es probablemente uno de los espacios más divertidos y sorprendentes de todo el país. La colección pertenece al empresario Joop van Caldenborgh y está pensada para que la explores con la mayoría de la colección siendo piezas con las que puedes interactuar.
Es un must recorrer el laberinto de Richard Serra y entrar a la famosa “alberca” de Leandro Erlich, que crea la ilusión óptica de que las personas están bajo el agua. También hay esculturas hiperrealistas como la pareja gigante de Ron Mueck, y detalles inesperados como los diminutos elevadores de Maurizio Cattelan escondidos entre las paredes.
Algo que lo hace aún más especial es que no se siente como un museo aburrido: hay familias, niños jugando, y un ambiente relajado que te contagia. Puedes cerrar tu visita con una caminata por el jardín o un café en la terraza. Todo es tan estético que hasta los baños son lindos.


Mauritshuis (La Haya)
Si lo tuyo es el arte clásico, este es el museo que no te puedes perder. Es pequeño, elegante y está en el corazón de La Haya. Aquí cuelgan algunas de las obras más importantes del Siglo de Oro holandés desde La joven con el arete de perla de Vermeer, La lección de anatomía de Rembrandt y muchísimas pinturas de Rubens y Jan Steen.
El edificio en sí parece una casa de muñecas llena de tesoros. No necesitas horas para recorrerlo, pero sí te vas a quedar hipnotizada con la calidad de las piezas. Es ideal para una mañana tranquila y después puedes caminar por los alrededores, que están llenos de cafés, librerías y edificios históricos.


FENIX (Róterdam)
Róterdam es la ciudad más moderna y experimental de Holanda, así que no sorprende que aquí esté uno de los museos más emocionantes de los últimos años. El FENIX está ubicado en un antiguo almacén portuario, restaurado y transformado en un espacio que narra la historia de la migración humana desde una perspectiva emocional, personal y muy bien curada.
El edificio mezcla arquitectura industrial con arte contemporáneo, y tiene una escalera en espiral (el Tornado, diseñada por Ma Yansong) que te lleva a una plataforma con vista panorámica al puerto. Es un museo que te hace pensar, sentir y conectar con historias reales de movimiento, desarraigo y esperanza.
No es el típico museo con cuadros colgados, pero es una parada obligada si quieres entender cómo el arte puede contar historias humanas con poder real.


Stedelijk Museum (Ámsterdam)
Ok, sabemos que en Ámsterdam el Van Gogh Museum y el Rijksmuseum se llevan toda la fama (y las filas), pero si quieres algo más moderno, el Stedelijk es el lugar. Este museo se enfoca en arte contemporáneo y diseño, y tiene de todo, desde pinturas de Yves Klein y obras de Keith Haring hasta diseño gráfico, muebles y moda.
Lo primero que llama la atención es el edificio, una mezcla entre clásico y vanguardista, con una extensión blanca gigante conocida como “la bañera” por su forma. La curaduría es impecable y siempre tienen exposiciones temporales increíbles. Es perfecto para una tarde más cool en la ciudad, sin tanto turista y con muchísimo qué ver.


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