¿Te has preguntado por qué tu amiga puede con tres proyectos, un corazón roto y aún así llegar perfecta al brunch, mientras tú necesitas una tarde entera para responder un mail importante? Esa diferencia no tiene nada de raro. De hecho, puede explicarse por una teoría de los años 50 que divide a las personas en cuatro tipos de personalidad: A, B, C y D.
Esta idea nació cuando dos cardiólogos notaron que ciertas personas, especialmente las más estresadas y ambiciosas, tendían a tener más problemas del corazón. Desde entonces, esta clasificación se ha usado para entender cómo reaccionamos al estrés, cómo nos relacionamos y qué tan bien navegamos el caos del día a día.
Y aunque suena muy clínico, la verdad es que este sistema también puede ayudarte a conocerte mejor, abrazar tus fortalezas y entender por qué haces lo que haces… en el trabajo, en tus relaciones o hasta en el súper. Aquí te va la guía para identificar qué tipo eres (y sí, puedes ser un mix).
¿Eres personalidad tipo A, B, C o D?
Tipo A
Si eres de las que vive con la agenda en mano, ama tachar pendientes y siente que pierde el tiempo si no está siendo productiva, muy probablemente seas una tipo A. Son organizadas, ambiciosas y se ponen metas altas.
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En el trabajo, destacan porque toman el liderazgo sin pensarlo dos veces y rara vez se permiten fallar. En temas del corazón, son prácticas: si no hay claridad o si no ven futuro, prefieren seguir adelante. Son la amiga que planea el viaje desde un Google Doc compartido con códigos de color, hoteles rankeados y horarios calculados.
Su fuerza está en su determinación, su energía imparable y su enfoque total. Eso sí, a veces les cuesta relajarse y recordar que descansar también es avanzar.
Tipo B
Las tipo B son relajadas, espontáneas y súper sociables. Son las que viven con flow, no se estresan con facilidad y tienen una creatividad que contagia. Su vibra es ligera, pero no por eso superficial: conectan profundo, solo que sin el drama.
En el trabajo brillan cuando tienen libertad para proponer ideas o armar proyectos desde cero. En el amor, son románticas pero no posesivas, y en la amistad son ese tipo de persona que te lleva a conciertos random, te manda memes y te hace reír hasta cuando tienes el corazón hecho trizas.
Son flexibles, optimistas y cero complicadas… aunque a veces les falta estructura y pueden dejar cosas a la mitad. Pero, ¿quién no necesita una amiga que diga “ya veremos” mientras prende un incienso?
Tipo C
Si analizas todo antes de actuar, amas entender el por qué de las cosas y te frustran los detalles mal hechos, probablemente seas una tipo C. Son lógicas, racionales y algo reservadas. No explotan emocionalmente, prefieren observar y pensar bien antes de hablar o decidir.
En lo profesional, son esenciales: detectan errores, arman estrategias sólidas y no se pierden en lo superficial. En lo sentimental, les cuesta abrirse, pero cuando lo hacen, se entregan de forma muy honesta y real. Son esa amiga que no se mete en dramas pero siempre tiene un consejo sensato que te aterriza.
Su mayor virtud es la precisión mental, aunque a veces podrían beneficiarse de salir un poquito de su cabeza y dejarse sentir más.
Tipo D
Las tipo D son sensibles, empáticas y muy conscientes de las emociones, propias y ajenas. Su energía es suave, pero constante. Les gusta lo seguro, los ambientes tranquilos y las relaciones profundas.
En el trabajo, son las que siempre tienen tiempo para escuchar, las que calman al equipo cuando todo arde y las que se preocupan por el bienestar real de todos. En el amor, buscan una conexión genuina, donde haya cuidado, calma y comprensión. Y en la amistad, son las que te mandan mensajes solo para saber si ya comiste.
Su súper poder es su corazón gigante, pero también puede jugarles en contra si no saben poner límites. A veces absorben las emociones de otros y se quedan sin espacio para ellas mismas. Aprender a cuidarse igual que cuidan a los demás es su reto más importante.
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