¿Has notado que muchos museos están llenos de madres perfectas (y pocas mujeres artistas)?¿Sabías que el embarazo era un tema prohibido del arte? ¿O habías pensado como la imagen idealizada de maternidad en el arte ha moldeado nuestra visión de ser mamá?
Detrás de fantasías cuidadosamente curadas y escenas domésticas apropiadas, durante siglos, el arte escondió la cruda, desordenada y hermosa verdad de la maternidad. Pero algo mágico sucedió cuando las mujeres tomaron el pincel y aquí te explicamos lo que hay que saber al respecto.
Después de siglos de Madonnas perfectas y la figura religiosa de María como “buena madre” —a.k.a una avalancha de imágenes devocionales que definió la maternidad de formas que ninguna mujer real podría jamás alcanzar, según Catherine McCormack—, artistas como Judy Chicago, Kara Walker y Carrie Mae Weems destrozaron esa fachada impecable, atreviéndose a mostrar lo que generaciones anteriores mantuvieron en silencio.
Hoy, los creadores actuales finalmente están contando toda la verdad: los momentos tiernos, las realidades caóticas y todo lo demás.
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La madre sagrada: ¿cómo se veía la maternidad antes? Entre íconos, poder y silencios
Las imágenes de la Madonna, serenas y perfectas, han dominado la historia del arte como íconos de maternidad idealizada, ocultando tras sus túnicas azules —símbolo de divinidad y poder económico— complejos mensajes políticos y religiosos. Desde que el mundo occidental declaró a María “Madre de Dios” en el 431 d.C., su figura fue moldeada con una intención clara: transmitir pureza, autoridad y obediencia, dejando a las mujeres comunes sintiéndose inadecuadas ante un modelo inalcanzable.
En contextos como la Florencia medieval, estas imágenes sirvieron como propaganda: proteger a los fieles bajo el manto de María era afirmar que la Iglesia era tan necesaria como una madre. Pero María no fue la primera. Diosas maternales como Isis, Kali o Guan Yin ya representaban fertilidad y poder femenino, hasta que fueron absorbidas o desplazadas por religiones patriarcales, en paralelo a la pérdida de autonomía de las mujeres.
El embarazo, sin embargo, fue durante siglos un tema tabú en el arte. Ser madre era lo que se esperaba, pero ser madre embarazada estaba mal visto en el arte… ¡¿te imaginas?! Aunque las mujeres pasaban gran parte de su vida embarazadas, rara vez fue representado, por considerarse vulgar. Siglos después casos más recientes como la portada de Vanity Fair de Demi Moore embarazada en 1991 desafiaron ese estigma, inspirando a futuras generaciones. En el arte, las pancitas eran disimuladas con sombras y telas, hasta que en el siglo XX artistas —y finalmente mujeres artistas— comenzaron a retratar el embarazo desde una visión íntima y auténtica.
Detrás de cada “madre musa” también hay historias personales complejas. Desde Whistler hasta Frazier, muchos artistas exploraron —a veces explotaron— la figura materna. Mientras tanto, creadoras como Bourgeois, Morisot o Le Brun ofrecieron miradas propias sobre la maternidad, desafiando los límites entre homenaje, representación y experiencia vivida.

Rompiendo el marco: mujeres artistas que transformaron la idea de maternidad en el arte
Las mujeres artistas transformaron la visión de la maternidad: nada de Madonnas perfectas, sino una experiencia honesta y multifacética. Aquí tres ejemplos:
Mary Cassatt y su mirada maternal radical
Cassatt, estadounidense sin hijos, retrató la maternidad mejor que nadie. Mostró momentos íntimos y reales entre madre e hijo. Usaba pasteles, áreas inacabadas, y representaba la maternidad como trabajo. Lo interesante es que, muchas veces, Cassatt usaba modelos en lugar de madres reales. ¿Por qué? Sabía que el cuidado ma- terno era un trabajo real, ya sea que dieras a luz o te pagaran por hacerlo.

Frida Kahlo rompiendo el silencio sin censura
Tras un aborto espontáneo en 1932, Kahlo pintó el dolor sin edulcorarlo: sangre, tristeza, cuerpo roto. Henry Ford Hospital, El aborto y Mi nacimiento mostraron la cara oculta del embarazo. Lo personal se volvió universal y rompió el silencio artístico sobre la pérdida.

Louise Bourgeois: la madre como monstruo y protectora
¿Alguna vez has visto una araña gigante y has pensado “mamá”? Eso es Louise Bourgeois para ti. Sus esculturas gigantes de arañas (Maman) simbolizan a su madre tejedora: protectora y temible. Sí, existe terror maternal (y no es necesariamente malo ni cancelable). Para Bourgeois, la maternidad era compleja: amor, ansiedad, poder. Sus arañas gigantes, inquietantes y protectoras, nos obligan a re- pensar lo que significa ser madre más allá de los clichés de dulzura y abnegación.

Artistas contemporáneas enfrentando el cuerpo maternal
Artistas contemporáneas siguen rompiendo moldes, como Ashley January, que visibiliza la crisis de mortalidad materna negra en EEUU o el colectivo Mother Art, que protesta contra la exclusión de las madres en el mundo artístico con eslóganes como “El arte es más grande que la maternidad” y “El arte es menos que la maternidad”. Como dice Hettie Judah, aún hoy en las escuelas de arte se desalienta a las mujeres hacer arte sobre maternidad e incluso ser madres al mismo tiempo.
Pero estas creadoras demuestran que la maternidad potencia la creatividad. A través del arte, narran historias ignoradas por siglos: partos, pérdidas, lactancias, culpas, alegrías y cuerpos reales.
¿Curioso no? Los museos están llenos de cuerpos femeninos desnudos, pero vacíos de sus historias auténticas. Las artistas actuales recuperan esa narrativa, mostrando que dar a luz también es dar forma al arte.
Así que la próxima vez que entres a un museo, atrévete a descubrir las historias ocultas de madres reales en los cuadros. Pregúntate (en obras maestras centenarias o en arte contemporáneo): ¿de quién es la historia que realmente estoy viendo?
La maternidad, en toda su agotadora, emocionante y compleja grandeza, merece ser vista, comprendida y honrada a través del arte. Y finalmente, estamos empezando a entenderlo.

Un libro must
La curadora del Tate Modern en NY, Ann Coxon, creó un libro que reúne diferentes facetas de la maternidad a través del arte.
“Se les conoce como ‘Madres Ocultas’ a un tipo de fotografías muy comunes en la época victoriana. Colocaban a los bebés en una posición y, con la lenta velocidad de obturación y el tiempo que tomaba tomar una fotografía, las madres se escondían detrás de sillas, capas o muebles. Las madres primerizas a menudo hablan de esta sensación de haber perdido una parte de sí mismas o de su identidad; se obsesionan con priorizar a sus hijos y con situarse en un segundo plano. Como madre, sentí que era importante escribir sobre algunos de estos temas y mostrar que se retratan en el arte, y que las madres también pueden usar el arte como vehículo para explorar lo que significa la maternidad para ellas”.

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