Hay viajes que te gustan y luego están los que te reordenan por dentro. The Infinite Coast —ese borde infinito del Pacífico canadiense— pertenece a la segunda categoría.
Ballenas, osos, rainforest y culturas First Nations… esto no es un simple recap de nuestro viaje a Campbell River y Port Hardy. Es una advertencia suave, pero insistente: no tener a British Columbia en el radar es una pérdida para tu aventurera interior.


No es un punto en el mapa, sino un recorrido continuo que conecta islas, fiordos, selvas templadas y montañas: desde Vancouver Island y la Sunshine Coast hasta la remota Great Bear Rainforest. Confirmamos, es como entrar a la película Tierra de Osos, pero sin animación.
Todo es verdad: los paisajes infinitos; los salmones gigantes —sí, snorkeleamos mientras las focas se acercaban a ver qué hacíamos ahí—; los osos, que vimos a pocos metros en pleno wilderness; y el spruce (abeto) más grande del mundo, que abrazamos en nuestro momento más grounding.
Eso sí, no son un lugares a los que se llega “por accidente”— de hecho, prometimos no revelar las coordenadas de ese spruce (pero ntp, más adelante te pasamos los datos del tour).
Este lugar se recorre de la mano de quienes conocen el territorio y te llevan a sus joyas escondidas. Y eso cambia todo cuando viajas por un paisaje salvaje y diverso que se despliega por tierra, mar y aire, y alberga algunas de las culturas indígenas más antiguas del planeta.
Imagina caminar dentro de un cuadro de Emily Carr, pero con botas impermeables. Sí, las necesitarás: esto es bosque tropical, es decir, lluvia tipo selva. Créeme, te haces amiga del agua y nada resulta más liberador.

Qué está pasando aquí (y por qué importa ahora)
Viajamos a British Columbia para entender por qué este destino está capturando la atención de una generación que ya no quiere solo ver naturaleza, sino relacionarse con ella.
La respuesta aparece en Vancouver Island, donde una nueva generación de jóvenes First Nations retoma su rol como knowledge keepers. Aquí paisaje, historia y cultura se cuentan como una sola cosa. ¿Te imaginas escuchar a tu guía relatar las aventuras de sus abuelos cuando crecían como vecinos de los osos?
Todo se articula a través del agua: lluvia, ríos, océano, cuerpos. Más de 50 First Nations han protegido esta costa desde siempre y recorrerla de su mano cambia la forma de viajar. No te explican el lugar; te enseñan a escucharlo.


Rain check, recorriendo un rainforest
“Some people walk in the rain, others just get wet”. British Columbia por fin me aclaró esa frase.
El bosque huele a verde recién despierto. La niebla baja como si el cielo practicara cómo tocar la tierra. Los árboles absorben hasta el 40 % del agua directamente de la bruma: beben del aire (ya te imaginarás el clima).
Caminamos seis horas bajo la lluvia y entendimos por qué esto es un rainforest de verdad. Vancouver Island funciona como un organismo completo: montaña, mar y bosque al mismo ritmo.


Imagina un lugar encantado cubierto de old man’s beard, esa yerba de hilos verde plateados que cuelga como si el bosque estuviera dejando crecer su barba —señal de que todo está sano.
Aprendes así, caminando. Desde diferentes especies de hongos divinos hasta facts que explican cómo los árboles de hojas anchas sueltan energía en invierno; mientras los de agujas, resisten el frío. Biología práctica. Diseño perfecto. ¿El premio de la caminata? Una playa, sí llegas al mar.

Agua salada: ballenas, silencio y perspectiva
Salir al Pacífico en el norte de la isla es un reset inmediato. El agua se ve oscura por los nutrientes, pero es increíblemente clara, a veces con un tono azul casi irreal teñido por sedimentos glaciares. Su temperatura y riqueza permiten que la vida marina alcance tamaños gigantes: un sueño para quienes bucean.
Navegamos con Coastal Rainforest Safaris, el único whale watching que sale desde Port Hardy y evita rutas saturadas. Para sus fundadores, Andrew y Mike, la lógica es simple: si solo buscas ballenas, te pierdes todo lo demás. Y aquí, lo demás es inmenso.

Las ballenas aparecen cuando quieren. Orcas, jorobadas, lobos marinos, nutrias emergiendo como si el mar de la nada las escupiera a la superficie. Nunca olvidaré ese lunch bajo la lluvia —en este punto ya graduada como pluviófila— con el sonido de una ballena respirando, sin motores alrededor.
De mayo a septiembre es temporada de ballenas. Andrew y Mike ya reconocen a las que siempre regresan. Cada vez son más: en 2004 solo había siete en esta zona.
Viven hasta 60 años y, como los elefantes, forman sociedades matriarcales. Permanecen vivas para transmitir conocimiento: rutas, memoria, supervivencia. Muchos tours operan bajo esquemas de citizen science y apoyan la conservación marina. Aquí, observar también es participar.

Ver, comer y nadar con salmones
El salmón: vas a tener mucho. Y su ciclo migratorio es tan fascinante como su sabor. Nacen en agua dulce, lejos del mar. Una hembra pone miles de huevos; solo una fracción sobrevive.
Años después, regresan exactamente al río donde nacieron, guiados por el olor del agua y una brújula interna que sigue desconcertando a la ciencia. Vuelven a reproducirse y mueren, devolviendo nutrientes al ecosistema.
Flotamos en el Campbell River con Oceanfix, enfundadas en wetsuits (el frío se quita, prometido), mientras salmones de casi metro y medio pasaban a centímetros del cuerpo. Focas curiosas se acercaban. El río marcaba el ritmo. Nosotras solo nos dejábamos llevar.

Osos y el dato que parece fake (pero no lo es)
Aquí, donde la convivencia con la fauna se basa en respeto mutuo, ver un grizzly a pocos metros es adrenalina… y una paz inmediata.
¿Cómo funciona? Navegas hasta el río Orford, donde los osos se dan un festín con el salmón en desove. No hay reservas artificiales: están 100 % en su hábitat. Desde miradores, los observas sin interferir.
Con Homalco Wildlife & Cultural Tours, en territorio de la Homalco First Nation, entendimos el ecosistema completo: los osos llevan salmones del río al bosque; aves e insectos continúan el ciclo; el nitrógeno viaja del océano al suelo. Y sí, hay ADN de salmón hasta en los árboles (científicamente comprobado).

Un solo oso puede mover hasta 700 salmones al bosque en un año, enriqueciendo el suelo que alimenta el rainforest. Conservar al oso no es solo espiritual: es ecológico y económico.
Aquí los guías no son nature guides, son knowledge keepers. Comunidades reconocidas oficialmente hace apenas cinco años; personas cuyos abuelos murieron registrados como blancos. Historias que pesan y se sienten.
Te vas a volver una nerd amante de los árboles
En BC, el cedro es el árbol de la vida: casa, ropa, medicina, canastas, ceremonias. Es naturalmente waterproof y puede durar hasta 80 años sin tratamiento. Para las First Nations, nunca se corta por completo.
Para las First Nations nunca se corta completo: se toma solo lo necesario para que el árbol siga creciendo. Pero el resto del mundo entendió su valor económico, y hoy, más del 50 % de los temperate rainforests del Pacífico han sido talados.


En Cape Scott Provincial Park, explorado con Cove Adventure Tours, abrazamos el Sitka Spruce más grande del mundo: más de 800 años, 75 metros de altura y 4.2 metros de diámetro. O sea, cuando Shakespeare escribía sonetos, este árbol ya estaba aquí.
Para los hikers serios, está el North Coast Trail (NCT): 60 km en 5 a 8 días por selva, playas y costa remota. También hay rutas más cortas hacia Nissen Bight y San Josef Bay.
Una parada que marcó nuestro viaje
Visitar el taller de Kalvin Hunt, artista Kwakwaka’wakw, fue uno de los grandes highlights.
Nos recibió mientras terminaba una obra que viajaría hasta Singapur, y se preparaba para un potlatch: el gran banquete donde se celebra el nombramiento, la bendición, el linaje, y en el que la familia anfitriona entrega regalos a los testigos. Se trataba del Hiługwila de su nieta.

Aprendimos algo clave: no son totems. Son crest poles. Para muchas First Nations, cada familia desciende de un animal. El crest pole funciona como un árbol genealógico vertical que cuenta de dónde vienes, quiénes son los tuyos y qué historias te sostienen.
Kalvin no talla símbolos fuera de su territorio. Cada línea tiene contexto. Cada figura, memoria. Nada es casual.
El viaje que debes ir planeando para septiembre 2026
Lluvia. Ballenas. Salmón. Osos. Árboles. Arte. Memoria.
Este no es un viaje cómodo ni ligero. Es húmedo, outdoor y profundamente contemplativo. Pero también es uno de esas aventuras que reordenan prioridades, creatividad y perspectiva.
Porque recorrer un lugar de la mano de quienes lo veneran lo cambia todo. Aquí la naturaleza, que al principio parece escenario, también es familia, comunidad y memoria viva.
Y cuando entiendes eso, ya no regresas igual. “Leave nothing but footprints, take nothing but pictures, kill nothing but time”.

Tips para planear tu viaje a The Infinite Coast
Cómo llegar (desde CDMX)
CDMX → Vancouver
Vuelo directo o con escala (8–9 horas). Vancouver es una súper ciudad: vale totalmente la pena quedarse una noche de ida o regreso.
*Actividades must en Vancouver: Capilano Suspension Bridge Park, Vancouver Art Gallery y Granville Island.


Vancouver → Campbell River
Vuelo doméstico (45 min). También existe opción ferry + drive si quieres ir más lento.
Campbell River → Port Hardy
Manejo escénico de 3.5–4 horas. Rentar coche facilita muchísimo conectar todos los puntos.
Los tours que hacen que este viaje exista
Homalco Wildlife & Cultural Tours (Campbell River)
Observación de osos, ballenas y fauna marina desde una narrativa indígena viva.
Qué llevar: capas impermeables, botas, binoculares.
Tip: se llena con meses de anticipación, así que reserva con tiempo.
Oceanfix Dive Centre (Campbell River)
Snorkel con salmones gigantes. Flotar, observar, respetar.
Temporada: julio a noviembre. Agua ~10 °C.
Coastal Rainforest Safaris (Port Hardy)
Whale watching sin rutas saturadas. Enfoque en conservación y citizen science.
Incluye floater suits, lunch y bebidas calientes.
Cove Adventure Tours (Port Hardy)
Exploración guiada de Cape Scott y zonas remotas del norte de la isla.
Ritmo contemplativo, no deportivo.
Dónde dormir
Naturally Pacific Resort – Campbell River
Diseño, spa, fire pits y uno de los mejores restaurantes de la zona. Travel + Leisure It List 2025.
Kwa’lilas Hotel – Port Hardy
Arte indígena, cocina West Coast y conexión directa con experiencias culturales.
Dónde comer (probado y aprobado)
Campbell River
Freyja, Beach Fire Brewing, More Eatery y Mattone Italian Kitchen.
Port Hardy
Cafe Guido y Ha’me’.
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