En cuanto la vimos protagonizar The Gringo Hunters en Netflix, sabíamos que queríamos platicar con ella. La actriz vive uno de los momentos más intensos y diversos de su carrera, desde una serie de acción basada en hechos reales hasta la evolución como directora de Vainilla, su ópera prima que debutará en el Festival de Venecia.
Entre rodajes exigentes, reflexiones profundas y un estilo personal que combina autenticidad y color, Mayra Hermosillo nos habla de sus retos, su visión del arte y la belleza, y de cómo ha aprendido a encontrar equilibrio sin perder de vista lo que realmente importa.

Mayra Hermosillo demuestra que su talento no conoce fronteras
The Gringo Hunters está basada en una unidad real de la policía fronteriza en Tijuana. ¿Cómo te preparaste para encarnar a Gloria Carbajal, una policía de élite inspirada en hechos reales?
Pues mucho fue a partir de pláticas con Adrián Grunberg, con Stacy Persky, Rob Cubero… que son personas que estuvieron muy, muy cercanas a la unidad en la cual está basada esta serie. Ellos nos contaban muchísimas cosas sobre mi personaje y sobre los demás y así lo fuimos construyendo. Yo tenía como esa cosquillita de no hacer una policía como las que he visto en otras series o películas. Y era como: “No, güey, neta no tengo ganas de hacer otra mujer más que sea siempre fuerte, siempre resistente, siempre comprometida… también las mujeres podemos sentir frustraciones, deseos, miedos”.
Lo hablamos mucho, y hubo mucha apertura de parte de Grunberg al empezar a filmar esta serie. Además de eso, ayudó muchísimo todo lo que hablamos entre el grupo de actores y actrices sobre lo que queríamos formar como equipo. Siento que todo eso se ve reflejado en los personajes y en la unidad.
¿Tuviste algún reto moral o ético al interpretar este personaje?
La verdad es que tuvimos mucha suerte de descubrir —al menos yo me sentí afortunada— que hay también otra parte de la policía en nuestro país. Y eso me dio mucho ánimo, porque como que me hizo expandir un poco mi visión. Siento que estamos en un país controlado por la política, controlado por los intereses de otros países, y muchas veces eso ha afectado de manera muy negativa a la parte policial o a estas unidades policiacas.
Video Recomendado
Entonces, para mí sí fue como romper ciertas ideas que yo tenía sobre la policía y empezar a descubrir que también hay otros lugares desde los cuales podemos sentir esperanza —si quieres llamarlo así— o admiración.
¿Cómo construyeron la química entre actores y sus personajes y qué aprendiste de cada uno para nutrir a Gloria?
La forma en la que nos unimos como actores y actrices ha sido de las cosas más memorables para mí. Siento que todas y todos, aunque ya habíamos trabajado en otros proyectos, coincidimos en algo —y lo digo en plural porque lo hemos hablado en la intimidad—: hacer un proyecto así de grande, con tanta exposición y tanto valor de producción, nos sorprendió muchísimo. De verdad, probablemente —y lo voy a decir un poco metafóricamente—, pareciera que somos el perfil del “patito feo”.
No tenemos esa cantidad de seguidores, no tenemos esa “belleza” estandarizada de la televisión, y aún así, tanto las productoras involucradas como la plataforma apostaron por nosotros. Genuinamente siento que eso decantó por completo en el grupo que construimos: había entusiasmo, había respeto, había compromiso. Había un deseo genuino por brindarle todo a cada uno de los personajes. Y eso que pasó detrás de cámaras, con nosotros como personas, se depositó en los personajes.

¿Hubo alguna escena o secuencia de acción que te exigiera especialmente, ya sea por lo físico, lo emocional o lo técnico?
Toda la serie fue un reto en muchísimos sentidos, y al mismo tiempo fue tan disfrutable… ¿cómo explicarlo? Me encantaría volver a vivir una experiencia así, y me encantaría hacerlo cada vez mejor, con todo lo que nos faltó por saber y por ejecutar en esta primera temporada. Pero definitivamente la parte física es —y fue— muy compleja, porque tampoco es que entrenáramos seis meses antes. Y lo que sucede cuando filmas por bloques es que no hay un orden fijo. Filmas, por ejemplo, los capítulos 1 y 2, pero el orden de las escenas puede variar dependiendo de lo que convenga a la producción.
Entonces había veces en que tenías que filmar algo antes, como por ejemplo la muerte de Temo, que la filmamos mucho después de haber grabado la escena donde ya sabíamos que había muerto. Eso era muy complejo mentalmente. Era como: “¡Wow! Claro, tenemos que pensar que esto que estamos filmando es después de que Temo muere”, pero ni siquiera habíamos convivido con Dagoberto Gama todavía. Era como… madre santa. Es complejo generar esos vínculos ficticios mientras filmábamos escenas con una carga emocional fuerte.
La del muelle, por ejemplo —que es del capítulo 1—, corrimos fácil ocho horas. Y claramente, al día siguiente, no podíamos ni movernos… y aún así teníamos que seguir filmando la segunda parte del muelle. Las piernas no nos daban a ninguno. Recuerdo que Harold tuvo una lesión muy fuerte y tenía que seguir corriendo. ¡Y estábamos apenas arrancando la filmación!
Tu ópera prima Vainilla se presentará nada menos que en el Festival de Venecia. ¿De qué forma dirigir cambió tu relación con el arte y con tu propia voz como creadora?
Esta pregunta es súper fuerte, porque creo que tiene que ver con expandir toda una experiencia como artista. Cuando solo estás del lado de la actoralidad, hay piezas que son completamente invisibles a la empatía. A veces, como actriz, dices: “¿Por qué no me cambian el horario?”, “¿Por qué me hablan tan temprano?”, “¿Por qué me tienen aquí diez horas esperando?”… muchas cosas, ¿no? Y cuando estás del lado de la producción y de la dirección, entiendes muchísimas complejidades de un plan de trabajo y de todas las cosas que pueden salir mal. Te quieres proteger por todos lados, porque se te puede caer una locación, alguien del elenco puede enfermarse… y todo eso cambia. Todo se vuelve como una avalancha.
Entonces, al entrar en la parte de la dirección —desde mis cortometrajes hasta ahora, con Vainilla, que es mi ópera prima— siento que puedo hablar con más empatía, pero también con más realidad. Todos estamos en el mismo equipo, todos queremos que esta historia se cuente bien. Sin embargo, siento que a veces esta industria va cada vez más encaminada hacia lo monetario, y un poco se va desligando de la parte humana.
Entre sets, estrenos y festivales, ¿cómo encuentras equilibrio? ¿Tienes rituales o rutinas que te ayuden a mantener los pies en la tierra?
Uf… sí tengo rituales. La verdad es que lo que más me pone los pies en la tierra son las personas que están en mi vida y que son cercanas a mí. Mi mamá es una pieza completamente fundamental.
Mis mejores amigas, mis mejores amigos, mi pareja… y mi Tomasa, que es mi perrita, que está —o que quiero que esté— conmigo todo el tiempo. Hay días en los que se me va todo, no como, o simplemente no estoy en el estado de ánimo ideal, probablemente no muy optimista. Pero me encanta poder disfrutar los lugares en los que estoy. Si tengo llamado, me gusta estar bien con la gente con la que estoy creando. De verdad, me hace muy bien estar en un set, me hace bien llegar y platicar con mi gente, me hace bien estar en terapia.
Si tuviera que hablar de un ritual, te diría que es enteramente terapéutico poder tener un espacio donde sólo pueda hablar, donde me suelten preguntas que me hagan reflexionar o que me lleven a procesos internos profundos de descubrimiento… eso me fascina.
¿Qué te gustaría que las mujeres recordaran cuando te ven actuar, hablar o crear?
Ay, madre… qué pregunta tan difícil y tan interesante.Te juro que no tengo la más mínima idea, porque me cuesta mucho verme desde afuera. Más bien, a mí me encantaría que me dijeran qué recuerdan de mí cuando ven algún trabajo mío o cuando escuchan alguna entrevista. A veces una ni siquiera es consciente de lo que hace o dice, y cómo eso puede resonar en otra persona. Más bien, sería muy interesante que alguien llegara y me dijera: “Güey, recuerdo mucho esto, y se me quedó clavado”. Creo que es importante hacerle saber a la otra persona lo que causó en ti.
¿Qué papel juega la moda en tu vida diaria y cómo te expresas a través de ella?
Ay, la moda es un temazo para mí porque, pues, fíjense que yo tengo la intuición y la seguridad de que voy muy atrasada con la moda. Todo lo que está pasando ahora seguramente yo lo voy a usar y me va a parecer increíble dentro de tres, o cuatro, o cinco años. No sé por qué esa ha sido mi relación con la moda. No pesco el momento ni el boom, sino que más bien como que voy haciendo un collage de diferentes etapas de la moda y he tenido esa relación. Me parece hermosa. Me parece bellísimo todo, o sea, me parece incluso hasta un mundo por descubrir.
Tuve la suerte de que mi mamá me dejara hacer esas combinaciones rarísimas, y siento que hoy siento que tengo mi propio estilo. Que, por ejemplo, mis amigas van a una tienda y dicen: “Esto le gustaría a Mayra”.
¿Cuáles son los básicos que no pueden faltar en tu clóset?
Voy a empezar de abajo para arriba… no pueden faltar mis tenis para correr o hacer hiking. No pueden faltar mis mallas estampadas de colores de adidas, que me encantan, que son muy ochenteras. Mis Converse, sí o sí. Una chamarra amarilla que me encanta, que la llevo para arriba y para abajo. Una falda que me hizo Gisela hace muchos años, que es de flores. Y una pañoleta amarilla y pantalón de mezclilla, siempre.
Explora más en: Instyle.mx