La muy esperada adaptación de la novela Cien años de soledad, del ganador del Premio Nobel Gabriel García Márquez, llegó a Netflix el 11 de diciembre y, desde entonces, el trabajo que requirió llevar la historia a la pantalla chica ha estado en boca de todos. Aquí te contamos un poco más de la producción detrás de la nueva serie y el desafiante proceso creativo del diseño de vestuario.

El hijo del legendario escritor alguna vez compartió, “Mi padre, en vida, decía que, si se pudiera filmara Cien años de soledad en muchas horas, en español y en Colombia, quizás lo consideraría. Eso fue lo que nos movió años después a mi madre, a mi hermano Gonzalo y a mí a considerar vender los derechos para que se hiciera la adaptación”.
Se calcula que para el final de la primera parte se requirieron más extras y stunts, que junto a más de 100 actores de la serie representan la diversidad cultural, étnica y racial de Colombia. Para ello, se confeccionaron 40,000 prendas para vestir. Y sí, para elaborar tanto los materiales como las prendas, se contrataron alrededor de sesenta personas y se trabajó en aprox. 35 talleres ubicados en ciudades como Leticia, Puerto Carreño, Granada, Sandoná, Sincelejo, Timbío, Medellín, Pasto y Bogotá, entre otras.
Desde que Catherine Rodríguez, conocida por su trabajo en El abrazo de la serpiente (2015), Pájaros de verano (2018) y Memoria (2021), se unió al proyecto, tenía muy claro el compromiso de producir trajes auténticos representado el acervo histórico y artesanal de Colombia: “Yo solo espero que la gente vea la serie y diga: yo conozco a alguien que se vistió así, en mi casa hay una foto de alguien se vistió así, yo he visto láminas donde la gente se vestía así”.

¿Por qué fue tan retador adaptar Cien años de soledad?
Si bien la novela de García Márquez no deja en claro en qué fecha se sitúa la historia, los guionistas tomaron los pocos hechos que menciona la obra –como la Guerra de los Mil Días y la masacre de las bananeras– para establecer un marco histórico.
Y es que quienes están familiarizado con el libro saben que es un reto tipo física cuántica darle orden cronológico a una obra en la que el tiempo transita de forma circular. Además, considerando que la historia recorre un siglo, el elemento temporal es el mayor desafío de la producción, incluyendo la vestimenta, de la cual hay muy poca información visual de esa época.
¿Otro gran reto? El pueblo de la novela (que es un personaje por sí solo), Macondo, no existe. El equipo detrás de la serie recorrió 11 ciudades y 32 pueblos de Colombia, porque para hacer la serie Cien años de soledad hacía falta crear un sitio que pareciera real, ubicado en la historia y tierra colombianas.

A partir de los “viajes de inspiración”, desde el pueblo de donde es originario Gabriel García (Aracataca) hasta la costa Caribe colombiana, el equipo se sumergió en la cultura en contacto con las comunidades locales.
¿Y cuál fue el lugar idóneo para Macondo? Tolima, particularmente en la ciudad de Ibagué y el pueblo de Alvarado, con un terreno de 540,000 m2 para diseñar el set y construir desde cero cuatro versiones diferentes de Macondo. Algunas partes de la serie se filmaron en otros municipios, lo que hace de esta una producción nacional.
Y otro dato curioso, en la serie, Macondo tiene calles que no figuran en la obra original, son homenajes a Gabriel García Márquez dentro de la serie. Cada calle tiene su placa correspondiente, y cada placa lleva una imagen alusiva al nombre de familiares del escritor.
Sabías que…
Además de considerar más de 10,000 perfiles para un elenco casi cien por ciento colombiano, fue fact, se hizo un llamado abierto online para que quien quisiera participar (tuviera o no experiencia actoral). “Los actores naturales” participaron durante tres meses en talleres de diseño de personaje, trabajo de cuerpo y análisis de guion, y un coach en el set.

Todo sobre el vestuario de la serie
Después de deducir el periodo histórico de la serie a mediados del siglo XIX, se presentó el mayor reto para el diseño de vestuario: la fotografía era apenas una novedad y solo existen, claro, retratos de las clases altas. Así que, manos a la obra, Catherine y su equipo tuvieron que recurrir a textos y relatos de viajeros (y las poquísimas referencias que existen en algunas bibliotecas) para recrear el look de personas de las clases populares colombianas, y de la costa Caribe.
Desde visitar lugares como Ciénaga y Santa Marta en el departamento de Magdalena, y Riohacha en el departamento de La Guajira, buscando detalles y elementos que surgen del contexto hasta participar en subasta en Estados Unidos (Augusta Auctions) para adquirir piezas originales hasta de colecciones privados del mundo de la moda vintage… fueron años de investigación.
Además, el vestuario tendría que incluir culturas tan diversas como la árabe, gitana y Wayúu. “Estamos buscando piezas representativas, pero no estamos tratando de ser exóticos; nuestro objetivo es representar auténticamente a las personas. Si son Wayúu, queremos que sean auténticamente Wayúu”.
La importancia de la precisión histórica en la recreación de la moda de la Colombia del siglo XIX, su colaboración con numerosos artesanos colombianos para crear prendas tradicionales y el impacto que eso generó… esto y más comparte Catherine en una entrevista sobre los desafíos y procesos involucrados en la creación del vestuario para la serie.

Entrevista con Catherine Rodríguez, diseñadora de vestuario para la serie Cien años de soledad
¿Cómo fue la experiencia de preproducción y producción al enfrentarte a un proyecto de una magnitud tan grande hecho en Colombia?
En un principio fue intimidante porque claro, el libro es muy extenso y el árbol genealógico de la familia abarca muchos años de la historia en Colombia. Es intimidante pero estamos súper comprometidos con que se respete lo mayor posible la obra del Premio Nobel. La preproducción es muy minuciosa porque, como no existe en Colombia ni en el mundo ropa del siglo XIX de personas del Caribe. Hicimos una conceptualización con una investigación importante y, por ejemplo, desarrollamos moldería con una universidad en Colombia (escuela Arturo Tejada) y tenemos nuestro sastres internos, uno de ellos es parte de los sastres de la Ópera de Colombia.
¿Cómo se plantea un concepto de vestuario para personajes que experimentan 100 años de transformación y atraviesan múltiples generaciones?
La base de la conceptualización es la investigación de un momento histórico para Colombia muy complejo. Teóricamente, Cien años de soledad abarca desde 1850 aproximadamente hasta 1950.
Es un momento en el que Colombia se está emancipado de la Corona española y se está entendiendo como país. Hay muchas guerras internas de las que están documentadas y mucha migración de extranjeros sirio libaneses, afros y gente del Gran Caribe. Este lugar, donde habita espacialmente Macondo, es como un crisol donde se mezclan varias culturas.
Conceptualizar los personajes es entender el momento y también entender que los Buendía son una familia de clase obrera o clase media. No iban a ser hombres y mujeres con trajes de chaqué y crinolina gigantes a embarcarse en un camino a buscar Macondo. Revisando imágenes de el siglo XIX y principios del siglo XX en Colombia, la moda cambia para unas clases sociales, pero para otras clases no es tan evidente, porque las telas eran muy costosas y si bien muchas mujeres sabían coser, no era tan fácil desarrollar sastrería, eran faldas blusas muy sencillas.
El departamento de vestuario trabajo con artesanos de diversas partes de Colombia, ¿cómo fue ese proceso y con quiénes trabajaron?
Trabajamos con muchos artesanos para cubrir la mayor cantidad de elementos que requiriera la producción. Tenemos desde las cosas más sencillas que son abarcas, cotizas, alpargatas hecho por artesanos en el Orinoquía (Las cotizas son de los Llanos, las alpargatas son de Boyacá, las abarcas son del Caribe). Tenemos sombreros de Vichada, de Barranquilla… tenemos cosas hechas con seda natural producida en Pereira.
El personaje de Cataure usa un She’inpala que es como un legado, entonces una persona wayúu lo tejió específicamente con imágenes de referencia porque son tradiciones que se están perdiendo. Ya no es usual que los hombres se vistan con She’inpalas.
Nosotros estamos súper comprometidos con que los artesanos nos vendan directamente sus piezas. Intentamos no comprar en terceros, porque creemos firmemente, que el dinero debe quedarse en las manos que lo trabaja.
¿Cómo fue el trabajo de investigación para desarrollar el vestuario de la serie?
El trabajo de investigación es bastante extenso, no habían fotografías del siglo XIX. Usamos unos libros que son parte de una comisión coreográfica que destinó el gobierno durante gran parte del siglo XIX y tienen unas acuarelas preciosas que nos ayudaron a encontrar el camino de cómo se debería ver la gente popular, que también es parte de lo que es la gente en Macondo. Claro, Macondo no existe, nació en la imaginación de García Márquez, pero está alimentado por la realidad del Caribe en Colombia.
Es como ir pescando de muchos libros de viajeros e información académica que hacen referencias al vestuario, sobre todo las personas locales, también hay muchos indígenas. Ya a principio del siglo XX, hay más imágenes de las costumbres y las ropas de los indígenas y las personas racializadas.
Llevamos muchos años investigando. Afortunadamente en Colombia existen instituciones como la Biblioteca Nacional, la Biblioteca Luis Ángel Arango y la Biblioteca Pública Piloto de Medellín, que cuentan con fotografías e imágenes valiosísimas.
El look del coronel Aureliano Buendía ha sido destacado por su parecido a figuras históricas revolucionarias de América Latina, ¿cómo fue la conceptualización de este personaje desde el vestuario?
Lo que leímos de las biografías de García Márquez es que estaba muy inspirado en Rafael Uribe Uribe. Este hombre vivía en Bogotá, entonces había que meter más elementos.
Hay unos personajes que tiene descripciones muy específicos y hay otros que sueltan poco, de Aureliano teníamos muchas pistas. Históricamente también está conectado con Emiliano Zapata y tiene un look muy similar.
¿Cómo consideras que una producción como Cien años de soledad contribuye al desarrollo económico de todas las personas que colaboraron contigo como artesanos costureras bordadores artistas?
Nosotros producimos muchas prendas, zapatos, accesorios, sombreros, cotizas. El hecho de que lo hayamos producido aquí en Colombia, en un rubro que estaba muy golpeado después de la pandemia (la confección y la zapatería), dio como un airecito para retomar sus caminos. Nosotros tenemos cerca de 25 talleres externos. El dinero ha sido todo invertido aquí, a excepción de algunas telas en Perú pero del 100% será un 3%.
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