¿Por qué nos incomoda tanto la ambición de Timothée Chalamet?
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¿Por qué nos incomoda tanto la ambición de Timothée Chalamet?

Timothée Chalamet tiene 30 años, una filmografía que muchas estrellas envidiaría y, al parecer, una seguridad que a más de una persona le está incomodando. En plena promoción de Marty Supreme, el actor ha sido acusado de excederse en confianza y rozar la arrogancia por algunos comentarios que ha hecho durante la gira de prensa. Aunque algunos lo han defendido asegurando que está actuando como su personaje en Marty Supreme como una forma de method acting, otros creen que la fama ya se le subió a la cabeza.

¿Pero de verdad es arrogancia… o simplemente estamos viendo a un artista que no le teme a decir en voz alta lo que quiere?Timothée quiere ser uno de los grandes y no lo está ocultando, pero también está trabajando duro para estar a la altura de sus sueños.

¿Qué dijo Timmy para hacer enojar a todo el internet?

En una entrevista reciente con Margaret Gardiner, mientras hablaba de su trabajo en Marty Supreme, Timothée Chalamet dejó una declaración que se volvió viral en minutos:

“Esta es probablemente mi mejor actuación. Llevo siete u ocho años entregando interpretaciones realmente comprometidas, de primer nivel. Y es importante decirlo en voz alta porque la disciplina y la ética de trabajo que traigo a esto… no quiero que se dé por sentado. Esto es un nivel muy alto.”

Y con eso fue suficiente para que medio internet lo tachara de soberbio, egocéntrico y arrogante. Pero si lo vemos con un poco más de cabeza fría, ¿realmente mintió? Cuando hablamos de esos “siete u ocho años”, hablamos de películas como Call Me by Your Name, Dune, Bones and All, Wonka, A Complete Unknown y ahora Marty Supreme. Una racha de papeles que muy pocos actores de su edad pueden presumir.

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“It’s been seven, eight years that I feel like I’ve been handing in really, really… top of the line performances” (Interview via Margaret Gardiner)

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No es la primera vez que le pasa

Timothée no es ajeno ni a las críticas ni a quedarse corto en temporada de premios. Aunque ha entregado papeles impresionantes, también ha perdido en los Oscar, los Globos de Oro y los BAFTA.

La temporada de premios 2024 se quedó sin el Oscar a Mejor Actor por A Complete Unknown, aunque sí se llevó el SAG Award. Y su discurso, lejos del típico “no lo esperaba”, fue directo: dijo que quería ser “uno de los grandes”, que había dedicado más de cinco años a ese personaje y que el reconocimiento no era una meta final, sino combustible para seguir.

Para algunos fue inspirador. Para otros, demasiado ambicioso, sobre todo porque Timothée prácticamente no agradeció a nadie más que a él mismo por ese trabajo. Incluso confesó que haría todo lo necesario para ganar ese premio tan deseado. Y ahora, con Marty Supreme en puerta y el Oscar nuevamente en el horizonte, Chalamet no está jugando a la modestia. Quiere la estatuilla. La persigue. La nombra. Y eso, al parecer, incómoda más de lo que debería.

Entonces… ¿por qué criticamos la ambición?

Vivimos en una cultura que aplaude el éxito, pero desconfía profundamente de quien lo desea en voz alta. Nos encanta el talento siempre y cuando venga envuelto en humildad. Queremos que las personas triunfen, sí, pero que cuando lo hagan finjan sorpresa, agradezcan de más y, de paso, actúen como si no se lo merecieran del todo.

Timothée representa una ambición poco usual en el Hollywood actual: habla de grandeza sin pedir disculpas, se compara con leyendas, se inspira tanto en Daniel Day-Lewis como en atletas como Michael Jordan. Y sí, precisamente eso es lo que lo ha colocado en el centro de la crítica.

Pero esto no ocurre solo en la actuación. La ambición, en general, suele ser duramente juzgada porque se asocia con ser egoísta, moralmente ambiguo y capaz de todo con tal de conseguir lo que se quiere. Incluso muchos de los personajes más icónicos de la cultura pop que amamos y admiramos —Tony Stark, Rocky Balboa, Michael Corleone, Walter White— son retratados como ambiciosos y también como problemáticos, oscuros o directamente villanos.

Los seres humanos nos relacionamos con la ambición como algo tan poderoso como contradictorio: nos inspira, pero también nos inquieta. Así que no sorprende que, cuando vemos a un actor ser abiertamente ambicioso, más de uno se persigne.

La ambición también tiene género

Hay algo todavía más incómodo en todo este debate: la ambición históricamente se tolera —e incluso se celebra— mucho más en los hombres que en las mujeres.

Un ejemplo reciente lo dio Kristen Stewart en una entrevista con The New York Times, donde criticó el method acting (el mismo método que muchos aseguran que Timothée está empleando ahora) que durante décadas ha sido romantizado en Hollywood. Stewart recordó cómo figuras como Marlon Brando fueron glorificadas por “no soltar nunca al personaje”, y lanzó la pregunta: “¿Has conocido alguna vez a una actriz que pudiera comportarse así sin ser juzgada?”

Lo que quería decir era claro, a los hombres que practican method acting se les ve como genios comprometidos con su arte; a las mujeres, en cambio, se les tacharía de “difíciles”, problemáticas o excesivas. Es un lujo que ninguna actriz en Hollywood puede darse sin pagar un precio altísimo.

Porque seamos honestas: una versión femenina de Marlon Brando habría sido cancelada y vetada en cuestión de segundos. Y entonces la pregunta inevitable es: ¿qué pasaría hoy con la versión mujer de Timothée Chalamet?

Tal vez el problema no es Timothée

Quizá la verdadera pregunta no debería ser por qué Timothée se expresa así, sino por qué nos incomoda tanto que alguien reconozca su propio esfuerzo sin disfrazarlo de falsa modestia. La ambición no es soberbia. La ambición es deseo, disciplina, hambre de crecer, obsesión por mejorar. Es decir “quiero más” sin pedir permiso. Sí, puede volverse excesiva, pero también es la misma fuerza que construye carreras y cambia industrias.

En lugar de intentar bajar a Timothée del pedestal, lo verdaderamente radical sería normalizar que todas las personas, hombres y mujeres, puedan ser abiertamente ambiciosas sin ser castigadas por ello. Porque si durante décadas a las mujeres se les exigió humildad, la solución no puede ser imponerle ahora ese mismo límite a los hombres, sino liberar la ambición para todos.

Y sí, puede que Timothée se la crea demasiado. Pero después de todo… ¿no es casi imposible no hacerlo cuando llevas siete años entregando papeles “top-level shit”? 

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