Antes de que Marty Supreme llegue al cine, ya logró algo difícil: convertir una chamarra en fenómeno cultural. La responsabilidad es mitad de Timothée Chalamet, mitad de Doni Nahmias, el diseñador detrás de la marca californiana que creó la pieza más deseada de la temporada.
Así nació la bomber más buscada
Todo empezó cuando Nahmias recibió una llamada inesperada: el equipo de la película quería que creara una bomber inspirada en el personaje de Marty, alguien con pasado complicado, alma soñadora y estética entre skater nostálgico y niño rebelde. El resultado es una pieza que parece salida del clóset de un protagonista real, no de un departamento de vestuario.
Colores, estrellas y tipografía: la identidad Marty Supreme
La colección no se queda en una sola chamarra: viene en azul, rojo y rosa, cada una con su propia vibra pero con los mismos detalles que ya son sello de Marty, las letras enormes, las líneas que cruzan la prenda y las estrellas que aparecen por todas partes. Se sienten vivas, con movimiento, como si literal hubieran salido de una escena de la película.
Y cuando Timothée empezó a usarlas, sobre todo la rosa, el internet se volvió loco. Son chamarras ultra ligeras, prácticas y con mood de uniforme deportivo, perfectas para días de clima raro y para esas fotos que sin querer se ven como stills de cine.
No es merch, es moda
Lo que hace especial la cápsula es que no intenta parecer producto promocional. Está pensada como ropa real: práctica, cómoda, con ese look effortless que domina el streetwear actual. Una bomber así funciona tanto en Los Ángeles como en CDMX, con jeans, con pants o incluso encima de un vestido midi.
La próxima gran tendencia para 2026
La mezcla de cine + estrella + diseñador de culto creó una tormenta perfecta. Seguro veremos más chamarras deportivas retro, colores saturados y gráficos gigantes el próximo año. Marty Supreme acaba de convertir la windbreaker, esa pieza que todos hemos tenido, en el nuevo objeto de deseo.
¿La quieres? Suerte.
La cápsula es limitada y vuela rápido.
Desearla, por otro lado, es inevitable.
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