La maldición de Anthony Perkins después de Psycho
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La maldición de Anthony Perkins después de Psycho

Cuando Ryan Murphy anunció que la nueva entrega de Monster se centraría en Ed Gein, el asesino real que inspiró algunas de las historias más perturbadoras del cine, sabíamos que venía algo oscuro. Pero lo verdaderamente aterrador de Monster: The Ed Gein Story no está solo en los crímenes del “carnicero de Wisconsin”, sino en cómo su historia marcó para siempre a Anthony Perkins, el actor que se volvió inmortal (y maldito) por interpretar a Norman Bates en Psycho.

Porque sí, Hollywood siempre amó a sus villanos. Pero pocos pagaron un precio tan alto por interpretarlos.

La maldición de Anthony Perkins después de Psycho
Monster: The Ed Gein Story

De Ed Gein a Norman Bates

A mediados de los años 50, Estados Unidos descubrió horrorizado la existencia de Ed Gein, un hombre que desenterraba cadáveres, se vestía con la piel de las víctimas y tenía una relación enfermiza con su mamá. ¿Te suena conocido? Pues es que este caso real fue el que inspiró al escritor Robert Bloch a crear Psycho, y poco después Alfred Hitchcock la llevó a la pantalla grande en 1960.

Fue entonces cuando Anthony Perkins, un joven actor de 27 años, se convirtió en Norman Bates, el dueño del motel más siniestro del cine. Su interpretación fue tan magnética, tan real, que el público no volvió a verlo igual. Y aunque nunca se ha comprobado, se dice que Alfred Hitchcock lo eligió precisamente porque intuía que Perkins escondía un secreto, uno ligado a su sexualidad y a la fragilidad que el director quería capturar en pantalla.

El papel que nunca pudo dejar atrás

El éxito de Psycho fue inmediato. Hitchcock fue coronado como el “maestro del suspenso”, Janet Leigh se volvió leyenda… y Perkins quedó atrapado en el personaje que lo hizo famoso.

“En la mitología de mi familia, el papel de Psycho se consideraba más una maldición que otra cosa”, confesó años después su hijo, el director Oz Perkins (Longlegs). Y tenía razón. Hollywood lo encasilló como el raro, el asesino, el psicópata. Ningún productor quería verlo besar a una mujer en pantalla. Ningún estudio podía imaginarlo fuera de la sombra de Norman Bates.

En entrevistas, Perkins admitía que amaba el personaje, pero también le tenía miedo. Intentó escapar mudándose a Europa, filmando dramas románticos y thrillers existencialistas, pero el público y la prensa no lo soltaron nunca. Décadas más tarde, regresó para filmar Psycho II, III y IV. La maldición lo había alcanzado de nuevo.

El verdadero secreto de Anthony Perkins

Mientras interpretaba al hombre que escondía cadáveres, Perkins escondía su propia vida. En la Hollywood de los años 60, ser gay no era solo un tabú, era un peligro. Se decía que tenía relaciones con Tab Hunter, el actor de Battle Cry, y más tarde con el bailarín Grover Dale.

Pero el sistema lo empujó al silencio. Perkins se sometió a terapia de conversión, una práctica cruel que prometía “curar” la homosexualidad con electroshock y culpa. En 1973 se casó con la fotógrafa Berry Berenson, madre de sus dos hijos, quien permaneció a su lado hasta que murió en 1992 de complicaciones relacionadas con el sida. Años después, Berenson también tuvo una muerte trágica, ya que falleció en el vuelo que se estrelló contra una de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001. 

Su hijo Oz lo resumió años después a The Irish Times: “La sorpresa no fue enterarnos de que mi papá era gay… fue darnos cuenta de que nunca se había podido hablar de eso”. Anthony Perkins siempre fue mucho más que Norman Bates o su sexualidad. Era un actor sensible, talentoso y adelantado a su tiempo, atrapado en un sistema que nunca supo cómo manejarlo.

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