A veces lo que más necesitamos en medio del caos de la ciudad es darnos una escapada de fin de semana a un lugar que nos saque de la rutina y nos recuerde lo bien que se siente bajar el ritmo. En Valle de Bravo existe un hotel que hace justamente eso: El Santuario. Con vistas espectaculares al lago, espacios diseñados para convivir con la naturaleza y experiencias wellness que te hacen reconectar contigo misma, este spot se ha convertido en el secreto mejor guardado de quienes buscan esa sensación de pausa en la que el tiempo corre más despacio.
El lugar está pensado como un refugio de bienestar. Las habitaciones se abren a paisajes que parecen salidos de una postal, el agua está siempre presente tanto afuera como adentro de cada cuarto y todos los rincones parecen pensados para tener un momento de calma. La idea aquí no es solo descansar, sino vivir momentos que realmente se sientan especiales y entregarse completamente a la experiencia.


¿Cómo se vive un fin de semana en El Santuario?
Claro que no nos podíamos quedar atrás y fuimos a pasar un fin de semana a El Santuario, porque aunque no lo creas solamente son necesarios dos días de desconexión y relax para recargar pilas y mejorar todo tu mes (o hasta puede que tu año entero).
Hay tantas actividades por hacer que es difícil elegir unas cuantas, pero lo que nosotros hicimos te lo recomendamos 100%. Todo empieza con una clase de pintura meditativa que es el plan perfecto para reconectar contigo misma, dejar volar tu creatividad, y de paso, descubrir que pintar sin presión puede ser más relajante que cualquier app de mindfulness. Después, tuvimos una cata de mezcal que más allá de si te gusta o no esta bebida, es un verdadero ritual en el que aprendimos muchísimo sobre la historia, el origen, los proceso y sobre cómo maridarlo.

El spa merece mención honórifica. Sus tratamientos están pensados en lograr un equilibrio entre cuerpo y espíritu, y después de un gran masaje salimos con la sensación de haber dejado todo el estrés atrás. Además una de las experiencias más lindas que tienen es que te leer tu mantra y la carta de tu ángel. Al terminar tus tratamientos no dejes de probar el té de zacate limón que creo que es uno de los mejores que he probado y facilmente me podría haber tomado 5 litros sin parar de lo rico que estaba.
Y como todo gran día merece un gran cierre, la cena en sus restaurantes Na-Ha o Xian es un highlight del viaje, porque además de que todo lo que pidas va a estar delicioso tienen un show de fuego con música en vivo que convierte la noche en un verdadero espectáculo. Lo que te recomendamos pedir cuando vayas en Na-Ha son los Camarones a las Brasas y los Shishito Peppers con Jocoque: en cuanto a Xian pide las aarmas, el aguachile de palmitos y las croquetas de verduras.




Para cerrar el fin de semana con broche de oro no puedes perderte el brunch dominical que es estilo buffet y tienen opciones para todos los gustos. Desde los clásicos chilaquiles y quesadillas, hasta hotcakes y pan francés para los más dulceros, además tienen una barra de postres y otra con muchísima variedad de quesos y carnes frías.
Lo que hace especial a El Santuario es cómo logra que cada experiencia se sienta personal. No importa si buscas descansar, consentirte o simplemente mirar el atardecer sobre el lago, este es el tipo de lugar que se queda contigo mucho tiempo después de haber hecho check-out y al que seguramente querrás regresar una y otra vez. Haz tu reserva aquí.
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