Desde su estreno en mayo de 2025, Los secretos que ocultamos se ha convertido en una de las series más comentadas de Netflix. Escrita por Ingeborg Topsøe, esta miniserie danesa es un thriller psicológico que explora el lado más oscuro del privilegio, la juventud y la violencia sistematizada en comunidades que, a simple vista, parecen intocables.

Si te atrapó Adolescencia, la serie británica que puso el término incel en la conversación colectiva, Los secretos que ocultamos te va a pegar igual (o más). Ambas exponen cómo la violencia machista se camufla entre discursos de éxito, familias “normales” y un sistema que prefiere no mirar. Pero mientras Adolescencia lo hace desde el enfoque urbano y juvenil, esta nueva apuesta lo traslada a los barrios más exclusivos de Dinamarca.
¿De qué trata Los secretos que ocultamos?
Todo comienza con la desaparición de Ruby, una joven au pair filipina que trabaja para una familia acomodada en un exclusivo barrio de Selandia, Dinamarca. En un entorno donde las apariencias lo son todo, su ausencia parece un simple malentendido, hasta que su cuerpo aparece. A partir de ese momento, la trama se despliega como una telaraña: cada personaje tiene algo que esconder, y el espectador se convierte en cómplice de esa tensión constante donde nadie está libre de culpa.
La historia se centra en dos familias vecinas: Cecilie y su esposo Mike, padres de Viggo; y Katarina con su marido Rasmus y su hijo Oscar. Ambas familias están entrelazadas social y laboralmente (los esposos trabajan juntos, los hijos van a la misma escuela), pero tienen visiones muy distintas de la vida. Mientras Cecilie parece más empática y conectada emocionalmente, Katarina representa la dureza del privilegio: una madre que enseña a su hijo a “proteger lo que es suyo” cueste lo que cueste.
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El final explicado: ¿quién mató a Ruby?
El último capítulo revela que Ruby fue violada y que estaba embarazada. El ADN apunta directamente a Oscar, el hijo de Katarina. Lo más perturbador: él lideraba un grupo secreto donde se compartían vídeos sexuales de mujeres, incluyendo uno de Ruby. Cuando Katarina lo descubre, no lo denuncia: borra las pruebas. Incluso intenta culpar a Ruby, sugiriendo que ella sedujo a su hijo.
La policía cierra el caso por falta de evidencia. Pero en una escena final, Oscar le confiesa a Cecilie que su madre y Ruby discutieron el día de su desaparición. Cecilie enfrenta a Katarina, quien, con frialdad, responde: “Eso ya no importa”. Es una confesión disfrazada, una forma de decir que ella hizo lo que creyó necesario… y que no piensa rendir cuentas por ello.
El caso queda cerrado sin justicia. No hay arrestos, no hay juicio. El cuerpo de Ruby fue enterrado, pero la verdad no. Los secretos que ocultamos termina sin una conclusión formal, pero con una idea brutal: en los círculos más privilegiados, la impunidad se hereda, se protege y se justifica. Y los que están fuera del sistema (como Ruby y Angel) siguen siendo los más desechables.

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